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Mesa de redacción

Jose Uriarte

Lo que se lleva ahora

Misiles y drones, cientos, miles, son un nubarrón que mancha el cielo. ¿Qué queman además de vidas? ¿Son eléctricos o diésel? ¿Híbridos como la guerra? ¿No emiten CO2? ¿No contaminan? La tierra, cientos de kilómetros cuadrados, se anega, enfanga, hiede ahogada en una mezcla de agua incontrolada con aceites, combustibles, químicos... que la envenenarán por décadas. Sobre la que aún no, antes húmeda y verde, ahora reseca y ceniza, la que se inunda pero de sangre, los tubos de escape y cañón de 4x4 con orugas, pesados, criminales, apestan el aire de muerte, de monóxidos, NOx y óxidos de azufre además de proyectiles. ¿Llevan alguna letra pegada al parabrisas? Y personas con y sin uniforme son acarreados a la frontera entre la vida de otros y la propia... si es que pueden elegir. ¿Ucrania? Sí, también. Ya Hobbes, autor de Leviatán, teorizó que la guerra no consiste en la contienda sino en la voluntad de contender. La hay. Sobrada. Aunque Chamberlain, a quien se achacó la segunda conflagración mundial casi tanto como a Hitler por su política de apaciguamiento del Reich, creía que para hacer la paz se precisan dos y para hacer la guerra basta uno; no está claro que no haya muchos más detrás. ¿Ucrania? Sí, también. Ah! Y recicle usted, que el planeta se calienta, el Ártico se deshiela y hasta allí llegará flotando su botella de plástico si no va al contenedor amarillo, que es lo que se lleva ahora.