Los acuerdos son la sal y la pimienta de la política y de las relaciones laborales. También son, cambiando de tercio, el combustible que hace que avance el tren del desarrollo. Los acuerdos que miran al futuro, claro. En el balance de la semana pasada en la materia hubo acuerdos limitados -los del Salario Mínimo Interprofesional y el convenio colectivo del metal de Bizkaia- y sonoros enfrentamientos; los habituales, los del PP y el PSOE por una cosa y otra, y los del PSOE y Unidas Podemos, escenificado en esta ocasión con esa ley, al parecer, tan negativa para las víctimas bautizada con el paradójico nombre de Sí es sí. Pero la imagen de la semana es imbatible: Yolanda Díaz y Pepe Álvarez -la izquierda más chachi y la legendaria UGT- agarrados y sonrientes, casi bailando. Abrazadísimos los dos, que diría Sergio Dalma, con perdón por la evocación ochentera. Sintonía total, derroche de alegría y entusiasmo, y eso que era al principio de la reunión. Es cierto que los primeros espadas se habían citado después de que los técnicos hilaran la jugada para el remate final, pero la foto rezuma mercadotecnia electoral. Lo mismo ocurre con la notable ausencia del jefe de los empresarios, Antonio Garamendi, que además también le regateó la foto a Pedro Sánchez en la fiesta de Rabat, como el amigo Mohamed. Ahí se ve que lo de quedar y pactar es más fácil con los amigos.