TODOS los años por estas fechas me rompo la cabeza pensando en los regalos de Navidad, pero este lo tengo muy claro: varios artistas vascos ya han puesto a la venta colgantes y collares con forma de la mano de Irulegi, el descubrimiento de los miembros de la Sociedad Aranzadi que ha puesto patas arriba la historia del euskera. Su antigüedad, primer tercio del siglo I aC, la convierte en un hallazgo excepcional, al tratarse del testimonio escrito más antiguo de lengua vascónica. Cuando la arqueóloga Leire Malkorra la encontró en el vestíbulo de una casa de un poblado navarro, nadie sabía en ese momento que acababa de darse de bruces con una pieza clave en uno de los misterios histórico-lingüísticos más intrigantes que persisten en Europa: la historia del euskera. Sorioneku (de buena fortuna) es la primera de las cinco palabras que ha podido ser descifrada de esta representación, diseñada para colgar en la puerta de entrada de una casa, a modo de objeto ritual protector del hogar. El descubrimiento desmonta de un plumazo una parte significativa de las teorías de la vasconización tardía que defienden que a nuestras tierras había llegado el euskera desde el otro lado de los Pirineos en el entorno de los siglos VI-VII, negando que los vascos hubiéramos vivido en nuestro país antes del siglo VII. S

in duda, la mano de Irulegi se va a convertir en el nuevo icono de Euskal Herria.

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