LA indigencia intelectual supera a su desvergüenza, que ya es decir. “Para entender lo que ocurre hoy en nuestra nación hay que remontarse a 1997”. Deslenguada en el peor sentido, banalizando el terrorismo y manoseando el asesinato de Miguel Ángel Blanco, pretendió Díaz Ayuso espantar a paladas la marea blanca que inundó Madrid para denunciar su atentado contra la sanidad pública, contra sus sanitarios y ciudadanos, vomitando ella cal dialéctica como sedación que cubra sus sediciosas políticas. La culpa es de la “ultraizquierda”, de ese “gobierno de aprovechaos”, de quienes buscan instaurar a la nicaragüense “una república federal laica de facto”. Así, chulapona, despeja los balones que en breve rodarán en Catar, donde podría campar a sus anchas derogando derechos o aireando sus nociones de primero de negacionismo. ¿Cambio climático? “Desde que la Tierra existe lo ha habido siempre. Son ciclos”. ¡Que por algo hubo glaciaciones! Ni de ciencias, ni de letras, ni de números. Porque reduce a ¡solo! 34 los huecos en esa urgencia que deja en manos de enfermeras desamparadas, mengua la atención primaria y se sitúa a la cola en euro invertido por persona en tratamiento. Porque ya aprendió en pandemia que sale más rentable llenar tanatorios que hospitales. Porque en Madrid es más fácil dar con tu ex que con un médico, y porque puedes irte de litros hasta el coma etílico sin que haya después un doctor que te salve. Y todo sin anestesia.

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