L nombre de Evelyn Waugh quizá no diga nada. Algo más tal vez el título de uno de sus libros, Brideshead Revisited (Retorno a Brideshead), aunque sea por la serie de televisión y no por la novela que Time consideró una de las mejores cien obras escritas en inglés el pasado siglo. De no haber muerto en un retrete un día de octubre de 1966, Waugh (en realidad, Arthur Evelyn St. John Waugh) hubiese satirizado sobre la sociedad y costumbres de estas primeras décadas del siglo XXI con la afilada ironía con que lo hizo de las de aquellas décadas iniciales del XX. ¡Lo que hubiera escrito sobre un personaje como Boris Johnson! Pero no son las alcohólicas parties de Downing Street y la decadente democracia británica la razón de recordarle. Aunque den motivos sobrados. Tampoco la esplendorosa decadencia de la democracia, así, en general, o de las democracias. Pese a que, se mire hacia donde se mire, ofrezca asimismo personajes y episodios más que dignos de una inclemente sátira. Sino el hecho de que Waugh, acostumbrado a describir y definir las relaciones humanas desde un natural e inclemente escepticismo, las resumiera en una frase que se lee cruda: "La amistad entre el hombre y el perro no sería duradera si la carne de perro fuera comestible". Define perfectamente al animal ahora que las mascotas ven reconocidos legalmente algunos derechos y se hace del ganado de granja artificio de una disputa política que salpica las redes sociales.

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