AS allá de la serie del cefalópodo, en la misma plataforma triunfa a escala mundial Clickbait. Todo arranca cuando Nick Brewer, padre de familia, es raptado después de aparecer un vídeo suyo donde se avisa que si llega a viralizarse con cinco millones de visualizaciones, morirá. Caí en sus redes, nunca mejor dicho, desde su título, un neologismo que describe la forma sensacionalista destinada a generar la mayor cantidad posible de clics pero que conduce a contenidos vacíos. También Ryan Murphy nos lleva a este trasfondo en The Naughty List, capítulo de American Horror Stories. Distopía de la tendencia tecnológica que ha desvirtuado la era de la información. Técnica que, en un ecosistema sobresaturado, prioriza la satisfacción de la curiosidad en perjuicio del realismo veraz y que ha teñido nuestra profesión de prejuicios. La producción hizo honor a su nombre: una vez hecho el clic y consumido el producto, te deja la sensación de que tras sus ocho episodios nadie te devolverá el tiempo perdido. Preguntas que quedan sin respuesta y algunos personajes en el olvido. Lo importante era la capacidad de atraparte y no su calidad. Hoy que el móvil centra cada vez más nuestra atención y esfuerzos para percatarnos de lo que acontece a nuestro alrededor; si nos dejamos llevar solo por las reglas del mercado digital, la verdad puede ir feneciendo por el camino y, con ella, la credibilidad.

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