HORA que salíamos de la crisis, va y nos erupciona un volcán! Cuando a alguien algo le viene muy mal se le nota rápido. Es como ese fastidio que no te esperas cuando estás saliendo de otro pero te llega sin que el anterior se vaya y como multiplicado. Mal asunto es que una ministra rectifique a las pocas horas de hablar de "reclamos turísticos" en La Palma con un volcán estallando y la lava tragándose las casas. Pero cuando algo te fastidia el plan, se te nota, porque mira que tenga que darse un episodio volcánico, el tercero desde 1947 y toque en tu legislatura. Y que sea en un lugar turístico al que empezaban a llegar los ingleses, siempre tan espléndidos, y que tú seas la ministra de Turismo, en pandemia y con volcán. Esto pasa por pensar más en los que están por llegar que en los de dentro del perímetro isleño así que, tirando de manual, la ministra buceó en el mantra de los nuevos-viejos tiempos señalando que lo más importante es "trabajar para volver a la normalidad". Claro que mientras la ministra acariciaba este eslogan tan de gobierno y de temporada alta, el volcán iba a lo suyo escupiendo fuego y fomentando el turismo de volcanes mientras en los platós ya estaban instalados todos los geólogos a codazos con los virólogos. Total, que si un paisano en el arranque de la erupción dice tranquilo que "hay tiempo de comer sin problema" o una reportera en rocoso directo apunta que se "va a mear", a ver quién le dice a la ministra que en Canarias no están para chistes.

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