OMO todas las épocas del año en las que hay que pedir, no hay carta que sobre para expresar los deseos, así sea atizando al Gobierno y sus leyes más tempranas. Habla el arzobispo de Valencia de las tendencias ideológicas del Gobierno de coalición como el culpable que "nos roba la Navidad", una gestión cleptómana que lo mismo te aprueba una ley de Educación que la eutanasia. A estas alturas ya tendrían que saber los obispos que aquí la Navidad no nos la roba ni Dios y que tanto los ateos como los más fervorosos creyentes tienen la mala costumbre de celebrarla por igual, básicamente con mucho fun-fun-fun, poco recogimiento, salvo pandemias, y kilos de chufla. Antonio Cañizares ha hablado del "mundo enemigo", ese que habita en Galapagar como una modosa familia cualquiera y que nos ha sustraído la Navidad después de impulsar una ley que difunde la cultura hedonista "en la que no cabe el dolor ni el valor del sufrimiento". A Cañizares le roban la Navidad pero nunca es suficiente el secuestro a los enfermos terminales que llevan sufriendo años y desean morir dignamente. Atracarse a miedo y angustia siempre sabe a poco para aquellos que todo tienen que decir sobre el nacer o morir, actos en manos de los mandatos divinos, que demasiado tienen de derechas y muy poco de humanos. Este es el malestar de interés del Robin Hood purpurino que en el mismo folio y en otro fogonazo nos atraca con los parados por ERTE y pide justicia. Oremos.

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