A monarquía española, que anda media vida viviendo del chiste, quemó ayer la nave anual del 12-O que junto con el discurso de Navidad son las dos apariciones estelares con las que el rey cumple, para sus súbditos y para la patria. En las vísperas se estrenó el último trabajo de Cayetana Productions que consistió en un rotundo vídeo lleno de un séquito entero gritando machaconamente ¡Viva el rey! Una gansada de señores muy monárquicos con un TOC tremendo que induce lo mismo al miedo que a la risa. Que a un señor como Felipe VI tenga que salirle una Cayetana a montarle un vídeo de enmienda a la crisis que tiene instalada encima dice mucho de la institución, de Cayetana y del propio rey. Los fastos del 12-O, ese espectáculo descafeinado ayer con mascarillas y sin desfile ni cabra solo dejó la actuación aérea de la Patrulla Águila porque, como afirma Ayuso, no hay nada mejor contra los virus que los techos altos. Y ahí estaba el rey, con esa jefatura del Estado haciendo a diario acrobacias, la reina vestida de rojo y la ministra de igualdad de morado, en un bocadillo de primeras damas haciéndole una pinza al monarca que, oye, sigue tan calentito entre tanto republicano en casa y en el gobierno. Firmó el epílogo el humo blanco de los aviones en lugar de rojo porque hasta para colorear la bandera se pintó mal el cielo dejando todo el tinglado con más mala pinta de la que traía: haciendo piruetas y amadrinado por Cayetana. ¡Viva! susana.martin@deia.eus