E ha muerto Olivia de Havilland, la última gran dama del cine, con 104 añazos y una no puede dejar de acordarse de su papelón en las tierras rojas de Tara. Una esposa sureña que se pasó una película entera haciéndose la rubia a base de hacerse la tonta en un drama de guerra donde su personaje, aburrido y frágil, es el de la única mujer que asesina a otra persona en un mundo de amos y esclavos. Algunos medios cautivos siguen llamando a Corinna "amiga" del rey sin darse cuenta de que el eufemismo, con esa imaginación desbordante que dispara, canta más que la propia examante, que ya es decir. Llegará imputada con todo el repertorio en septiembre tras ser reabierta la causa por las grabaciones de Villarejo, mientras la nueva hornada real sigue de gira, ayer por Navarra, a ver si así se quitan el lastre tras la escabechina que llevan veinte años haciendo en las fotos, donde ya no aparece nadie interesante en esta familia jibarizada a base de escándalos y lo que tenía que ser como en toda buena familia, un álbum desbordante, ahora solo salen cuatro. Ni para selfi. Mientras, Corinna aguarda su recital a la vuelta del verano con aquellos 65 millones saudíes de capricho que luego el emérito con muy poca clase le reclamó recordando una de las frases más célebres de aquella sureña Atlanta, ponzoñosa e hipócrita: "Ud. no es un caballero. Y usted no es una dama". Sigan cantando.

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