ON las playas tan llenas como si hubiera enterrados bajo la arena fajos de 500 euros, si el virus no ataca más es porque no le da la gana. En tiempos de mil advertencias y recomendaciones sanitarias, estos días se ha visto en los arenales vizcainos, todo lo que a partir del 15 de junio se pretende prohibir; aforo ilimitado, partidos de fútbol, palas, sombrillas a barullo, sillas y hamacas a troche y moche, y miles de personas cruzándose sin orden ni concierto y pasándose por el forro la distancia social. Inexplicable que las autoridades lleven semanas planificando una vuelta controlada a las playas (ni sé los consejos de Osakidetza, la Diputación y los ayuntamientos costeros), y luego en días de temperaturas máximas totalmente previstas, (el Meteosat es lo que tiene), se permita este desbarre. ¿Usuarios irresponsables? Por supuesto. ¿Instituciones sobrepasadas? Evidente. Carece de sentido imponer tantas restricciones dentro de quince días y permitir ahora el desfase del personal. ¿O es que el covid-19 no sale de veraneo? ¿O es que acaso alguien esperaba que después de dos meses de confinamiento, con las salidas a otras provincias vetadas, y con 30 grados a la sombra, la gente no se echase a las zonas de baño como si no hubiera un mañana? Cuando dentro de unos días midan la ocupación con semáforos e inviten por megafonía a desalojar por exceso de peña, el coronavirus se va a partir de la risa.

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