O pretendía hacer leña del árbol caído con María Magdalena Díaz Ayuso vestida de riguroso luto, sin maquillaje, llorosa y compungida en su última entrevista para un periódico español. Ni siquiera quería comentar la txarrikeria de sus menús infantiles a base de pizzas para los niños madrileños con menos recursos. Pero el tema del apartamentito (valorado en 6.000 euros al mes) ha sido la gota que ha colmado el vaso. El hotel donde se aloja desde que anunció que era positivo por covid, le cuesta a la presidenta 80 pavos al día (lo que vale una habitación normal en un hotel de tres estrellas), sin embargo, ella dispone de dos suites de lujo y todo incluido. ¿Dónde está el truco? Así empezó lo de Granados, González y Cifuentes; todo era una minucia sin importancia. Desde su aparición como virgen dolorosa en una foto que parecía más un cuadro religioso -Santa Isabel del covid-19, patrona del Ifema-, progresa comparecencia tras comparecencia. Cuando crees que no puede ser más ridícula, se convierte, otra vez, en el hazmerreír y bate el récord de ayusadas por hora. El jueves alentó a salir a manifestarse libremente, "aunque sea un ratito por las tardes". Y el otro día, en la radio, aseguró que "en los hospitales que tienen los techos altos los pacientes sanan bien". Con las perlas que lanza a diario, Martínez Almeida, a su lado, parece Morgan Freeman cuando hace en las pelis de presidente yanki.

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