LA lucha contra el cambio climático tiene muchos frentes abiertos y, como las grandes cumbres internacionales se quedan siempre cortas, no queda más remedio que trabajar cada uno en la medida de sus posibilidades con el objetivo de reducir el consumo energético y hacerlo cada vez más limpio. Al igual que un edificio de más de cien años no está preparado para que haya una lavadora y un frigorífico en cada piso y su estructura se resiente, no podemos esperar que la Tierra soporte todo lo que le echemos encima y hay que buscar fórmulas para que la carga contaminante sea más liviana. Como reza el eslogan de una marca de moda ecológica, es necesario avanzar hacia un mundo más verde porque no hay un planeta B. Euskadi ha dado un par de pasos en esa dirección en las últimas semanas. Aixeindar, sociedad participada por Iberdrola y el Ente Vasco de la Energía, se ha marcado como reto buscar emplazamientos para varios parques eólicos e instalar 600 megavatios (MW) de aquí a 2030. También con la participación del EVE, en este caso mano a mano con Krean, la ingeniería de la Corporación Mondragon, hace unos días se ha puesto en marcha Ekian, el mayor huerto fotovoltaico de Euskadi, en la localidad alavesa de Ribera Baja. Son dos movimientos que marcan el inicio de un nuevo modelo energético adaptado a las exigencias y necesidades del siglo XXI, que no tiene más salida que ser más verde que el XX.
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