Hemos. Primera persona del plural del presente de indicativo. Así conjuga sus pensamientos el ultraderechista Espinosa de los Monteros: "Hemos pasado de pegar palizas a los homosexuales a que ahora esos colectivos impongan su ley". Vamos, que debía pertenecer al gremio de los maltratadores. Los dislates de Vox desbordan ya sus armarios. El penúltimo, el de su edil en Madrid, Pedro Fernández, dirigiéndose a Rita Maestre: "Aparte sus sucias manos de mi hijo, aparte sus marxistas apetitos sexuales de mi hijo. Pierda toda confianza en adoctrinar a mis hijos para convertirlos en enfermos como ustedes". Y el antepenúltimo, el de su portavoz en el Parlamento andaluz, Alejandro Fernández, para atacar al PSOE: "A ustedes lo que les interesa es hablar del sexo anal; eso es lo que les pone". No hay psiquiatras en España para atender los problemas de desarrollo psicosexual que arrastran los dirigentes de esta fuerza que presuntamente han llenado sus bolsillos con fondos del brazo armado del exilio iraní. Del esperpento se ha pasado a la ignominia y no estaría de más que aprovechando la reforma del Código Penal puedan establecerse penas contra un discurso del odio que, amparándose en la libertad de pensamiento y expresión, declara la guerra a la educación sexual inclusiva y en libertad, entre los muchos derechos civiles que abominan Abascal y aquellos a los que sostiene. Hemos de legislar para derogar su apología de la aversión.