en Vox tienen que estar pasándolo en grande. La imagen que me viene a la cabeza es la de Abascal arrancándose de pronto con un solo de pandereta, y acto seguido los saltimbanquis Casado y Arrimadas poniéndose a bailar al ritmo que les marcan, con un rictus de trascendentalidad; tras Abascal, los Ortega Smith, Espinosa de los Monteros, Monasterio y demás palmeros de la ultraderecha, se parten la caja. En esta tragicomedia que está protagonizando la derecha española, los muchachos de Vox son los apuntadores que desde la concha a ras de escenario van cantando las frases más sabrosas que deben pronunciar los envarados polichinelas del conservadurismo serio. Si el guion fuera medianamente potable, el espectáculo podría tener sus visos de éxito, pero a la vista de las bajas pasiones argumentales en las que se mueven, esto no pasa de vodevil para público palurdo. Me imagino que los representantes del PP en el Parlamento Europeo estarán soportando una sustancial cuota de vergüenza, al menos si tienen la finura perceptiva suficiente para percatarse de la conmiseración con la que les estarán mirando muchos compañeros de otros países, incluidos los que comparten con ellos bancada ideológica. Hay quien dice que detrás de todo este montaje teatral está Aznar, quien ya dio muestras de su resistencia a entender el ridículo con aquel "estamos trabajando en ello" dicho en pueril tejano. Al final, resulta que el arma de destrucción masiva era él, pero de autodestrucción.