ES menos grave que la gripe. Lo causa un bichito del que conocemos el nombre y el primer apellido. Nos falta el segundo. Es tan pequeño que, si se cae de la mesa, se mata”. Todos los que tenemos una edad nos acordamos de aquella magnífica sentencia pronunciada por el entonces ministro de Sanidad de la UCD Jesús Sancho Rof allá por 1981 con motivo del escándalo del aceite de colza que se cobró tantas vidas. Me he acordado de esta frase después de leer y escuchar lo que ha venido a decir José Marín, el gerente de Magrudis, la empresa que fabricaba la carne mechada infectada de listeriosis y que se ha cobrado ya la vida de tres personas, varios abortos y cientos de afectados. Hasta esta semana ha estado callado y, sinceramente, no sé quién le ha aconsejado que rompiera su silencio, pero para decir semejantes tonterías estaba mucho mejor calladito. “No sé ni lo que me habré gastado en lejía” o “si encuentran bacterias en un quirófano, cómo no va a haber en mi fábrica. Además no se veían”. Pues menos mal, nos ha dejado la mar de tranquilos. Empieza a pensar que el milagro es que hasta ahora no haya ocurrido semejante brote o algo más grave. Y en medio de la tormenta nos enteramos de que al menos 17 niños están afectados por el síndrome del hombre lobo por error de una farmacéutica. En vez de darles un protector estomacal les dieron un fármaco contra la alopecia. Lo dicho, para echarse a correr.

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