Ya acabó usted de mentir señor Sánchez? Ahora me toca a mí”. Nunca mejor dicho. Quizás fue esta la única verdad que lanzó el espitoso Rivera desde su atrezzo de AliExpress en la dupla de debates que reflejó bien el país en que dormitan sus candidatos a presidente. Ese en el que dos mujeres de la limpieza sacan brillo al suelo del decorado montado para la ocasión con sus respectivas mopas mientras se ponen guapos los líderes políticos, rodeados de testosterona para recibir instrucciones en tanto que solo Iglesias tenía asesora. Un combate dialéctico donde se batalló al independentismo sin independentistas para replicar, se aludió al nacionalismo vasco y al pasado terrorista sin una voz para defender los intereses de Euskadi, se aprovechó la lacra de la violencia machista sin rostro femenino que pusiera el grito en el cielo, se cruzaron datos del paro sin que uno de esos dirigentes sepa cómo se respira en la cola del desempleo, se tiraron a la cabeza la hucha de las pensiones sabiendo que tienen asegurada la suya en cuanto dejen su escaño, se habló de educación cuando casi todos perdieron la suya, se vanagloriaron de la cultura cuando han tenido al sector masacrado, o afearon la corrupción cuando esta cloaca se ha teñido de varios colores. Como si creyeran que pugnan por ser elegidos delegados de clase en vez de regir los destinos de millones de ciudadanos que temen un futuro en Blanco y negro. Como la canción de Malú, señor Rivera.

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