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Amenaza que algo queda

Otra vez aúllan los lobos. Otra vez cercan la presa. Otra vez entran las dudas de si la sangre llegará al río. Otra vez Junts amenazando al Gobierno con romper el cordón umbilical. Una nueva advertencia, rodeada en esta ocasión de boato y solemnidad. Todos los frentes alineados para la gresca. Miriam Nogueras crea desde el escaño el ambiente propicio para la angustia y así recuperar el foco mediático y político; los juntstólogos dejan por escrito desde Catalunya que se ha acabado la paciencia y es hora de romper amarras; los afiliados, son llamados a votar como en las decisiones trascendentales para elevar la incertidumbre; y la cohorte de Puigdemont, mientras, intentando el más difícil todavía: huir de la moción instrumental, sí, pero, sobre todo, someter y desgastar al Gobierno rechazando una tras otra sin desmayo ni contemplaciones sus iniciativas legislativas.

Waterloo sabe que una amenaza de tamaña solidez le dejará réditos gota a gota. De hecho, se ha asegurado ya el primer denario. Sánchez ha metabolizado tan rápido la profundidad del aviso que se ha apresurado sin esperar al día del juicio final a pedir socorro a Alemania para que le ayude en el reconocimiento del catalán en la UE. El PPE deja de obstruir esta autorización. Más aún, tampoco sería descabellado suponer, incluso, que la inteligencia monclovita ideara un escenario para propiciar una foto entre los dos narcisistas presidentes que tanto se odian y necesitan para retroalimentar su existencia política. Y, finalmente, siempre queda a mano la baza de los Presupuestos. Llegada la ocasión, la generosidad de Montero con los soberanistas catalanes será ilimitada, hoy más que ayer tras escuchar el zambombazo recriminatorio.

La ruptura que precipitaría un escenario de elecciones anticipadas no favorece ahora ni más adelante a ninguna de ambas partes. Por eso, el inmediato desenlace no será un arrebato más ni una detonación de fuegos de artificio, pero tampoco la legislatura sufrirá un cortocircuito. Junts preferirá ahondar en la hoja de ruta que domina con maestría. Esa que le permite seguir humillando al Gobierno de izquierdas para así exhibir su capacidad de intimidación y poderío mientras fuerza la concesión de algunas de sus reivindicaciones pendientes. Un guiño en materia de control de la inmigración sería una golosina. Ahora bien, es sabido que la amnistía de Puigdemont se resuelve en otra jurisdicción más rocosa de penetrar y en ese caso las lamentaciones caerán en saco roto.

Momentos de agobio para el líder socialista, asaeteado por diferentes flechas. Desde dentro, incluso. La exigencia de dimisión de la ministra de Vivienda por parte de la portavoz de Sumar –capaz de pedirla por la mañana y de rectificar por la tarde– se une al lapsus jocoso de la vicepresidenta Díaz como miembro de un gobierno de corrupción para rato. Muy cerca, las investigaciones judiciales sobre los pagos en efectivo desde la caja de Ferraz o los esperpénticos capítulos por entrega de intriga chusca de Leire Díez. Lejos, el persistente marcaje de Trump que le puede desplazar del nuevo eje geoestratégico europeo a cambio, no obstante, de fortalecer su vigorosa firmeza ante el déspota norteamericano.

Semana tormentosa

Se avecinan días electrizantes. Junts se ha hecho con un hueco propio en el calendario que tenía marcado en rojo intenso el funeral de Estado por las víctimas mortales de la riada valenciana y, a continuación, la comparecencia de Sánchez en el Senado a petición del PP. Ante semejante cartel, la agitación parece asegurada hasta en las vísperas.

La inconcebible presencia todavía de Mazón en la vida institucional –no se descarta que pueda ser una alternativa a repetir como candidato– tensa al límite el oficio religioso del próximo miércoles. Tampoco se entendería, obviamente, la ausencia de la primera autoridad del territorio en este sentido recuerdo. Un trago demasiado amargo para el PP. Con todo, la escenografía retratará escenas de elevada tensión y enfrentamiento político y no se espera que los titulares del día dejen un mínimo espacio para reclamar una mayor celeridad y compromiso económico para la reconstrucción de las zonas siniestradas, mucho más lenta hasta ahora que lo prometido.

Los populares intentarán recuperarse al día siguiente. Deberían ir bien pertrechados. Sánchez irá consciente de la amenaza del interrogatorio que le aguarda y hasta de la fogosidad de las preguntas incriminatorias. Queda por saber si los senadores populares aprovecharán la ocasión.