No hay sosiego para treguas. Un día la flotilla; otro, la trampa de Vox con el aborto; al siguiente, dos mil casos de cáncer de mama en el limbo; por el medio, la sacudida judicial de los correos de Begoña Gómez y la fecha señalada para ver al Fiscal General en un banquillo. Y como broche ardiente, la UCO con los sobres socialistas para Ábalos y Koldo. Un trasiego incesante de golpes bajos, unas veces para castigar al rival o, en otras, simplemente favorecidos por errores propios no forzados. Pocas ocasiones encontrará Pedro Sánchez una muletilla más apropiada en el momento preciso que el farragoso enredo del PP con el aborto y de esa manera sacudirse el miedo escénico para su gobierno en aguas próximas a Israel o la angustia incesante en torno a su mujer y a Álvaro García Ortiz. Eso sí, ahí le quedan los sapos del díscolo ministro exsecretario de organización.
Había encontrado el presidente la disuasoria perfecta para rebajar los decibelios del asalto a la flotilla contra el genocidio de Gaza: el aborto. Le llegaba botando. Bastaba una dosis nada infrecuente de torpeza y de sumisión del PP ante una propuesta trampa de Vox en Madrid para que Sánchez recondujera el epicentro del debate político. Con su habilidad propia, no dudó un instante para encumbrar en la Constitución el derecho al aborto como blindaje ante acuerdos tan reaccionarios y así marcar, de nuevo, la línea roja que separa a las dos orillas ideológicas. Pero la alegría cada vez le dura menos.
En otro capítulo de ese juego malévolo de acción-reacción al que se viene asistiendo bajo un halo de sospecha innegable, resurge el torpedo de la UCO y voltea la importancia de los titulares y las redes sociales hasta entonces entretenidas en radiografiar el envite de la izquierda llamada renovadora al alma socialista del gobierno. Con su explosiva reaparición al denunciar pagos de dudosa reputación a Ábalos, Koldo y familiares, también se aplaca el creciente desasosiego que se venía detectando entre algunos medios y partidos de la oposición ayunos de entregas escandalosas que erosionen la honradez del entorno de Ferraz. No alcanza ni de lejos a la contabilidad paralela de Bárcenas en la planta noble de Génova, pero hay carnaza suficiente.
Jamás imaginó Sánchez que rentabilizaría durante tan poco tiempo la afrenta a Netanyahu. Su gallarda posición, bien ponderada en su origen, se ha diluido entre el trampantojo del insuficiente plan de paz de la Casa Blanca y la contundente reacción civil por el pasmoso y justificado temor reverencial del buque Furor a enfurecer al Ejército israelí. Parece olvidada injustamente su inequívoca denuncia contras las atrocidades. La estratégica exigencia de Podemos reclamando medidas tajantes contra los autores de la barbarie han aleccionado de tal modo a Sumar en su frenética pelea por abanderar la contestación desde la izquierda que han acabado por afear al presidente socialista.
ALEGRÍAS Y PENAS
Ha sido una semana agridulce para todos, a excepción de Vox que sigue relamiéndose de las proyecciones que le auguran auténtica capacidad de decisión cuando llegue el momento de la verdad. El PP, por ejemplo, sigue sufriendo. Acaba de recibir otro balón de oxígeno de la UCO, pero su resbalón anterior dejándose enredar por la ultraderecha en el proceloso asunto del aborto alienta su dudosa fiabilidad. Un partido de gobierno está obligado a conocer que la propuesta de los neofascistas no tiene asiento científico. Eso sí, como atenuante solo le salvaría la disculpa del desconocimiento. Las atropelladas rectificaciones del alcalde Almeida, el osado Tellado y la aparatera Esther Muñoz descosen muchas costuras de su ideario.
En paralelo, Juanma Moreno se secaba el sudor por una de esas negligencias que llegan muy dentro del ánimo ciudadano. Hasta dos mil mujeres se han visto afectadas en Andalucía por los errores de un sofisticado servicio de cribado de cáncer, aunque inicialmente la consejera del PP trato de reducir su alcance de manera drástica mientras eludía también responsabilidades. Ni siquiera unas gotas de empatía. La actitud propia de quien no debe seguir un minuto más en el cargo. La bola de nieve se ha hecho tan grave que solo les quedó rectificar y comprensión con las víctimas.
Momentos duros como los que siguen atravesando Begoña Gómez, su ayudante en La Moncloa, y el Fiscal General. Las últimas apariciones de decenas de correos electrónicos y el manejo de fondos europeos en favor de un empresario bien relacionado con la mujer de Sánchez devuelven la intriga por la suerte de este proceso que parece rodeado de permanentes extravagancias. Demasiados enredos.