Madre de uno de los últimos cinco fusilados por el régimen criminal de Francisco Franco: Hay ocasiones en las que uno quisiera creer en la otra vida. Hoy, por ejemplo, para pensar que en el más allá se haya podido reencontrar con su querido hijo Jon, 49 años después de su ejecución, atado de pies y y manos, mientras cantaba el Eusko Gudariak. “Mi Jon”, se refería a él una y otra vez en la emotiva entrevista que le hizo mi compañero Kike Santarén hace una década. Ahí le contaba que lo último que le dijo fue que perdía un hijo pero que ganaría muchos más. “Y así fue, desde entonces, muchos jóvenes me llaman ‘ama’ por la calle”. Su vida es el testimonio de las de tantas personas que encontraron en Euskadi algo de pan a base de mucho esfuerzo y, en su caso, además, un gran sufrimiento que nunca le repararon. Descanse en paz.