Ministro español de Transportes y Movilidad Sostenible, amén de tipo con el dedo más rápido a ambos lados del Pisuerga: cada vez es más evidente que ha acabado siendo su propia caricatura y va por ahí ejerciendo, más que como miembro de un gobierno y representante de la ciudadanía, como bocachancla que, según los casos, entra a todas las peleas o, directamente, las provoca. Y lo peor, es que todavía presume de ser un tipo espontáneo que no va a dejar que nadie le maneje las redes sociales. Así, solo en estos últimos días lo hemos visto poniéndose farruco contra un comunicador audiovisual y, para rematar la faena, calificando al novio de Díaz Ayuso como “testaferro con derecho a roce”. De entre las mil inventivas que caben para referirse al presunto defraudador, eligió la más machirula. Y nadie de su entorno se lo afea.