ALGO pasa con Yolanda Díaz. Los modos que gastó ayer la vicepresidenta y ministra de Trabajo con la diputada del PNV Idoia Sagastizabal no fueron ni medio de recibo. Todo lo que hizo la política jeltzale fue pedir al Gobierno español que pasara de las buenas palabras a los hechos para defender los 150 puestos de trabajo de la empresa de Urduliz Mecaner. Una solicitud que tenía su base, más allá de la responsabilidad de Díaz en el ámbito laboral, en la visita para la foto que ella misma rindió en diciembre a la plantilla de la firma que ahora mismo está al borde del abismo. En aquel encuentro, mezclado con actos y declaraciones para promocionar la recién nacida sucursal vasca de Sumar, la ministra prometió a los trabajadores que se implicaría en la búsqueda de una solución.

Después de mes y medio sin actuaciones concretas, parecía del todo lógico que una diputada vasca preguntara por lo que se había hecho y, puesto que estamos ante una situación crítica, demandara que su Ejecutivo y, más específicamente, su ministerio, se pusieran manos a la obra. Y la cuestión es que la promesa de la titular de Trabajo ha sido que, efectivamente, habrá cooperación para salvar el empleo de Mecaner. Pero acompañando la declaración de buenas intenciones, Díaz sacó la garrota dialéctica y acusó al PNV de predicar el autogobierno pero no practicarlo. Según su más que discutible teoría, con las competencias de que dispone el Gobierno vasco se puede solucionar el caso de esta empresa. Como remate casi infantil, la líder de Sumar quiso jugar a provocar celos, recordando las leyes pactadas con EH Bildu para evitar el cierre de empresas. De nuevo, un objetivo de discutible puesta en práctica. No parece la mejor idea dispensar un trato semejante a un partido del que, casi en los mismos términos aritméticos que Junts, depende la gobernabilidad en España. Insisto: algo pasa con Yolanda Díaz.