NO tengo reparos en reconocer que mi primer café de ayer me supo a gloria. Según acercaba la taza a los labios, la edición digital de Diario de Noticias de Navarra me regaló una sonrisa precedida de un milisegundo de incredulidad. Los hados, o sea, los representantes de los partidos de progreso en el Ayuntamiento de Iruñea habían alcanzado el pacto que no fue posible hace seis meses.

El resultado es el que ustedes conocen de sobra: en fecha tan señalada como el 28 de diciembre, la alcaldesa de UPN, Cristina Ibarrola, será desposeída de su makila, que regresará a manos de Joseba Asiron. A la hora de escribir estas líneas, se da por hecho que la fórmula de gobierno será una coalición que integre a EH Bildu, Geroa Bai y Contigo Navarra. Parece obvio que el PSN pedirá que le aparten el cáliz de formar parte de ese ejecutivo.

Tanto da. En este minuto, lo importante es saber que, después de un semestre para olvidar, el regionalismo confirma su cuesta abajo en la rodada, pasando a la oposición también en la capital de comunidad foral.

Después de la amnistía, ¡esto!

Escribiendo, como lo hago, a 150 kilómetros del epicentro de los hechos, no me atrevo a meterme en más honduras, pero es imposible que me resista a anotar un par de maldades. O quizá tres.

La primera es la pregunta sobre cuánto ha tenido que ver en todo esto que la anterior portavoz socialista en el consistorio, Elma Saiz, haya sido elevada a ministra de Seguridad Social del Gobierno de Pedro Sánchez. Tiene su punto de comicidad, no me digan que no, que para hacer viable el desalojo de Cristina Ibarrola haya sido necesario despachar a Madrid con cartera a quien más parecía oponerse a volver a hacer alcalde a Asiron.

Luego está lo de si la componenda formó parte de las negociaciones con EH Bildu para revalidar la investidura del mentado Sánchez. Es cierto que suena a excusatio non petita que Arnaldo Otegi y varios portavoces socialistas hayan corrido a aclarar que lo uno y lo otro no tienen nada que ver. Y la guinda reside en la duda razonable (no sé si razonada) de que asistimos a un pacto que irá más allá de Nafarroa. Hagan sus apuestas.