Cronología

– De acuerdo, va todo muy deprisa. Pero no tanto como para que perdamos de vista la cronología. Fue el lunes, 29 de mayo, cuando, ante el tantarantán en las elecciones locales de la víspera, Pedro Sánchez anunció el adelanto de las generales al 23 de julio. Al día siguiente, casi sin perder un minuto, Yolanda Díaz inscribió Sumar como partido y abrió una negociación contrarreloj para que el mayor número posible de siglas a la izquierda del PSOE confluyeran en esa candidatura. Era de carril que la inmensa mayoría de esas fuerzas –potentes como Más Madrid o Compromís, o menores, como la canaria Drago– participarían del proyecto sin levantar la voz más de lo justo. Los plazos apretaban y no era cuestión de poner palos en las ruedas de un carro al que las circunstancias hacían avanzar en precario. Puro sentido de la responsabilidad o, si quieren, conciencia de la realidad que obligaba a optar por lo menos malo antes que por el desastre.

Diez días perdidos

– En paralelo a todo ese proceso que se ha desarrollado en diez –¡diez!– días frenéticos, la más importante de las formaciones llamadas a ser parte de la unidad ha jugado a ni sí ni no ni todo lo contrario. A ratos propugnaba la necesidad perentoria del frente común, y a ratos advertía de que no se iba a someter a las condiciones que le impusieran las promotoras de la lista unitaria. Todo eso, hasta ayer a mediodía, cuando la secretaria general de Podemos, Ione Belarra, anunció una consulta a la militancia sobre si avalaban la negociación para integrarse en la plataforma de Yolanda Díaz. La broma casi macabra es que las afiliadas y los afiliados pueden pronunciarse hasta las diez de esta mañana. Es decir, que, contando con que el escrutinio se haga a la velocidad del rayo, en el caso de que el resultado sea favorable a la negociación, el tiempo real para llevarla a cabo será inferior a doce horas, puesto que el plazo para inscribirse termina con el día

Sin tiempo material

– ¿Se puede pensar que es cabalmente posible cerrar una negociación que incluye cuestiones tan espinosas como el puesto en las listas de las principales dirigentes de Podemos, a las que el resto de integrantes de Sumar quiere relegar a la quinta fila? Como tantas veces, no estamos ante una anécdota sino frente a una categoría. Para mi gran pasmo, a la prensa afín le ha parecido lo más normal del mundo que, después de semana y pico mareando la perdiz, se lance una consulta cuyo resultado no hay tiempo material para concretar. Luego, bastará con echar la culpa a la ola reaccionaria, al trumpismo o al lucero del alba.