Cuanto peor...

– Pocas veces el clásico “cuanto peor, mejor” se concreta con semejante claridad… y desparpajo. Seguramente, la reforma de la llamada ley mordaza propuesta por PNV y asumida por PSOE y (aunque fuera arrugando algo el morro) Unidas Podemos no es perfecta. Lo que sí es objetivamente irrefutable es que se trata de un texto legal infinitamente más presentable y, desde luego, de una pulcritud democrática mayor que el original. Pues ahí nos las den todas. Una de las leyes más representativas –icónicas, se dice ahora– de la tenebrosa era Rajoy va a seguir en vigor tal cual está, como poco, hasta el final de la legislatura. Y si se cumplen mínimamente los pronósticos que marcan todas las encuestas públicas y privadas (CIS, aparte), la cosa se alargará por los siglos de los siglos. Como pasó con el descuajeringue sobre la reforma del solo sí es sí, la victoria ha sido para el PP y Vox, que anteayer unieron sus votos entre carcajadas a EH Bildu y ERC. Desde la grada, los sindicatos policiales aplauden a rabiar.

Los Mossos usan pelotas

– Y sí, de argumentarios sabemos todos. Pueden cantar misa los irredentos soberanistas del terruño y los catalanes, que hasta el que reparte las cocacolas ve que se ha hecho un pan con unas hostias. En nombre de los sacrosantos principios y de las líneas rojísimas del recopón, el resultado global de la eliminatoria es que los uniformados de todos los cuerpos podrán seguir actuando al amparo de cada disposición y cada epígrafe o subepígrafe del catecismo rajoyesco aprobado en tiempos del kitcheniano Jorge Fernández Díaz como ministro de la porra. Es decir, que mantienen su legalidad las devoluciones de migrantes en caliente, las sanciones por desobediencia y “faltas de respeto” y, por supuestísimo, las pelotas de goma para disolver manifestaciones. O para sacar un ojo a cualquier persona, como despotricó el portavoz de Esquerra, Gabriel Rufián, pasando por alto que hoy es el día que los Mossos, al servicio de un gobierno de su partido, las utilizan. ¡Y con qué contundencia!

La cuestión de fondo

– Esa hipocresía es el resumen y corolario de esta oportunidad perdida en nombre de un maximalismo que, a la postre, solo sirve para entregar el triunfo en bandeja al teórico adversario real. En lo sucesivo, los uniformados atizadores podrán decir que cuentan con el aval de EH Bildu y Esquerra. Y si rascamos una migaja más a fondo, pronto nos encontramos con la verdadera cuestión capital. Hay formaciones que entienden y sostienen que la policía debe mantenerse pasiva frente a según qué alteraciones del orden público.