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La vuelta de Javier Vizcaino En confianza

Javier Vizcaíno

Otra vez han quedado en Colón

EL ultramonte hispanistaní es una caricatura de sí mismo. No es que les hagan falta excusas, pero estos días, a cuenta del pifostio de las reformas varias que ha fumigado el ala cavernícola del Tribunal Constitucional, se están autoparodiando que es un primor. Si nos dieran un euro por cada vez que llaman dictador, tirano, sátrapa u otro sinónimo del pelo a Pedro Sánchez, podríamos comprarnos un ático en Manhattan. Y si recibiéramos aunque solo fueran cincuenta céntimos por cada acusación de estar ante un golpe de estado, directamente superaríamos de largo a Amancio Ortega en las listas de los mas millonetis del Universo.

Sí, efectivamente, me lo tomo a guasa. Me consta que hay a quien se le ponen las rodillas temblonas a la vista de todas estas hiperventilaciones de los que gustan de presentarse como “nosotros, los demócratas”. Y no se me escapa que la ultraderecha desorejada no deja de crecer en buena parte del orbe, incluyendo la supuestamente civilizada Europa. También sé que Vox ha tocado pelo gubernamental o influye decisivamente en los ejecutivos de algunas plazas importantes. Pero todos los síntomas que vemos de un tiempo a esta parte indican que la riada está en franco (nunca mejor dicho) retroceso. Puede que hagan mucho ruido y cosechen titulares a base de su caca-culo-pedo-pís de rigor. Sin embargo, sus pirotecnias y sus regüeldos empiezan a quedar en más ruido que nueces. Lo vamos a comprobar dentro de un mes menos un día. Para el 21 de enero de 2023, la patulea patriotera, con Rosa Díez a la cabeza, ha llamado a sus huestes a su simbólica plaza de Colón en Madrid. Apuesto por el fiasco.