Síguenos en redes sociales:

La vuelta de Javier Vizcaino En confianza

Javier Vizcaíno

¿Es que Olivia no es una víctima?

OLIVIA tenía 6 años. Su madre la asesinó haciéndole ingerir una bebida de cacao en la que había vertido varias pastillas tranquilizantes machacadas. Fue su venganza contra su exmarido, que acababa de conseguir la custodia de la niña después de una larguísima batalla judicial. “Antes de dejarla con él, la mato”, le escribió la individua a su hermano en un mensaje de WhatsApp. La investigación ha demostrado que ya para entonces había ejecutado lo que planteaba como amenaza. La criatura llevaba muerta desde la noche anterior, apenas horas después de que su progenitora hubiera recibido la notificación de la sentencia.

Esos son los hechos fríos que nos interpelan o deberían interpelarnos. Hay algo que falla cuando una noticia así resulta lo suficientemente incómoda como para que se escuche el clamoroso silencio de quienes, si los papeles estuvieran cambiados, no habrían dudado en denunciar –con toda la razón del mundo– el horrible asesinato de una criatura inocente. Sin embargo, para el crimen que ha segado la vida de Olivia no ha habido condenas ni de las instituciones ni de sus representantes a título personal. Preguntaría por qué en este caso se mira hacia otro lado tan desvergonzadamente, pero ustedes y yo conocemos la respuesta, aunque optemos por guardárnosla dentro porque sospechamos –es decir, sabemos– que si la verbalizamos podemos pasar por lo que no somos o no queremos ser. Permítanme que anote, aunque sea en voz baja y para que no salga de aquí, que quizá la igualdad también consista en responder de los actos propios del mismo modo.