No solo dinero

– En estas últimas horas nos estamos hartando de leer y escuchar que lo de los ERE andaluces es el caso de corrupción más importante de la historia del estado español. La matraca ha hecho fortuna y, desde luego, no le falta una cierta base. 680 millones de euros volatilizados de las arcas públicas es un pastizal. Dejando al margen que la Gürtel o la Púnica –solo por citar dos de los marronazos que afectan al PP– también han movido un dineral que está por contabilizar, quizá haya que dejar la pasta como vara de medir los pufos. Y así quizá cayéramos en la cuenta de que el mayor caso de corrupción de los últimos años es el que anida en las llamadas cloacas del estado. Amén de que en esas sentinas también corren los maletines que es un primor, estamos hablando de operaciones de desestabilización de instituciones y adversarios políticos realizadas con personal y herramientas pagadas por la administración.

Policía patriótica

– Piensen en la llamada policía patriótica organizada desde el seno del gobierno del PP. ¿Hay que decir presuntamente? Quizá siendo puristas, sí. Pero ocurre que hasta la fecha llevamos escuchadas decenas de grabaciones en las que personalidades del gabinete de Mariano Rajoy y del propio Partido Popular despachan con el inefable comisario Villarejo sobre los modos de hacer daño a enemigos personales y/o políticos. Así, hemos oído al que era ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, terminar con un “Negaré incluso bajo tortura que está reunión existió” el encuentro en el que se ventilaba la realización de falsos informes para inculpar a dirigentes soberanistas catalanes. En otro de los audios, la que era número 2 del PP, María Dolores de Cospedal, mercadeaba con el rey de las cloacas bulos de baja estofa para desprestigiar a Pablo Iglesias, al que calificaban como “un hijoputa en toda regla”.

Y no pasa nada

– En la antepenúltima entrega, entraba en juego el comunicador Antonio García Ferreras reconociendo que aireaba a sabiendas informaciones falsas sobre el líder de Podemos. En la penúltima, un cabreado Villarejo amenazaba al número dos de Interior de la época, Francisco Martínez. “Tengo pruebas de que estáis todos en esta movida”, le espetaba, refiriéndose precisamente a la Operación Cataluña, el citado montaje contra los políticos independentistas. No hay un día sin que este o aquel medio difunda una nueva grabación supurante de ponzoña. ¿Y qué es lo que ocurre? Hasta la fecha, absolutamente nada. Parece mentira que tengamos tan digerida y normalizada la verdadera corrupción.