Otra vez más los amanuenses diestros se han encontrado el trabajo hecho. Pedro Sánchez coloca en el Tribunal Constitucional dos magistrados con carné socialista en la boca y amplios servicios a la Moncloa acreditados. No hay pluma que resista.

Verán que hay quien habla de otro 36, la destrucción del estado, la dictadura bolivariana, pero les voy a empezar con material más suave. El director de La Razón, Francisco Marhuenda, por ejemplo, parece que simplemente la ha cogido llorona: “Hace años que he perdido el respeto, lo digo con tristeza, por los órganos consultivos, con la excepción, de momento, del Consejo de Estado, aunque no descarto que siga el mismo camino. No son tiempos fáciles para el Derecho y no interesan los juristas. Lo siento profundamente”. Anímese, Paco.

"Desde las instituciones europeas se observa con creciente preocupación unas prácticas que recuerdan estrechamente a lo sucedido en Polonia o Hungría"

La Razón

Esa es la versión personal. Ya como editorialista del diario azulón, el tono es necesariamente otro: “Un asalto gubernamental en toda regla, en el que no se ahorran términos deslegitimadores de las decisiones de los jueces, terminará por minar la confianza de los ciudadanos en su sistema judicial, con las inevitables consecuencias sociales. Sin olvidar que desde las instituciones europeas se observa con creciente preocupación unas prácticas que recuerdan estrechamente a lo sucedido en Polonia o Hungría”.

"Lo mismo que poner la zorra a cuidar del gallinero, colocar a un pirómano como jefe de bomberos o nombrar a Herodes conserje de un jardín de infancia"

Julián Quirós (ABC)

Va de directores. El de ABC, Julián Quirós tira de comparaciones. Vean a qué equivale, según él, la decisión de Sánchez: “Lo mismo que poner la zorra a cuidar del gallinero, colocar a un pirómano como jefe de bomberos o nombrar a Herodes conserje de un jardín de infancia. Existe algo que es el decoro institucional e incluso la virtud pública que pasa por respetar la separación de poderes y preservar la independencia de sus distintos miembros. Filfa para el presidente del Gobierno”.

Desde las mismas páginas, Ignacio Camacho añade que esto va del clásico del pa’ chulo, mi pirulo: “Solo es interpretable como una calculada demostración de arrogancia y cesarismo. Quiere ir al choque, exhibir la supremacía del Ejecutivo. Demostrar quién manda, pasar por encima de cualquier mínima convención de cortesía democrática, saltarse el principio de independencia de las instituciones mediante una provocación deliberada. Es una declaración explícita de ruptura de las reglas de juego sin otro objetivo que el de poner de manifiesto su falta de respeto al decoro de los procedimientos”.

"[Sánchez quiere] cambiar la Constitución por la puerta de atrás, al modo bolivariano, timando al pueblo y robándole lo que es suyo, que es la nación española, una e indivisible"

Federico J. Losantos (El Mundo)

Vamos a subir el nivel de vitriolo con la (previsible) andanada de Federico Jiménez Losantos en El Mundo. Aquí ya entra en juego el bolivarismo y la cacharrería dialéctica de costumbre: “Así que ya sabemos para lo que lo quiere Sánchez: para cambiar la Constitución por la puerta de atrás, al modo bolivariano, timando al pueblo y robándole lo que es suyo, que es la nación española, una e indivisible, según reza la Constitución que votó la aplastante mayoría de los españoles. La que los campos, pumpidos y demás compinches quieren dividir, trocear y aventar sus cenizas, entronizando a Pedro Sánchez como primer presidente de la Confederación de Repúblicas Ibéricas Socialistas (CRIS)”.

Sin tanta cultureta como el turolense, pero parecida hiperventilación, la columnera de The Objective Guadalupe Sánchez anuncia la voladura del espíritu del 78 y se lleva una: “Las libertades constitucionales consagradas en el texto del 78 son el bien más preciado que poseemos los españoles, ya que sobre ellas se asientan las bases de la convivencia democrática. Son éstas y no otras las que deberían ser propagadas y exaltadas desde las instituciones. Pero, lamentablemente, son desdeñadas y relegadas por nuestros actuales gobernantes, empeñados en generar fractura social y división con el único fin de aferrarse al poder. El precio del destrozo no lo van a pagar ellos, sino ustedes”.

Eso es pecata minuta en comparación con el incendio interior del vocinglero de El Debate Ramón Pérez-Maura, que sigue teniendo el calendario parado ocho décadas y pico atrás: “La falta de pudor del actual Gobierno de la nación hace que deban encenderse todas las alarmas. No tienen ningún inconveniente en demostrar que están dinamitando todos los puentes. Que el diálogo ya no es posible. Que se lo van a llevar todo por delante y por detrás. Vivimos un acoso como nunca se había visto en nuestra democracia. Peor aún que lo que se vivió durante la II República Española. Y aquello llevó a una guerra civil porque «media España no se resigna a morir a manos de la otra media» como hemos recordado que sentenció don José María Gil-Robles”.

Pues prepárense para lo peor, porque también Miquel Giménez nos predice en Vozpópuli la reedición de lo del 36: “Recuerden que el anarquista García Oliver fue ministro de Justicia con la república entre noviembre de 1936 y mayo de 1937, justo cuando se produjo la explosión violenta de Checas, paseos, asesinatos, torturas. Y con jueces adictos a la causa secundándolo todo. Desde la legalidad. La suya, claro. Cuando a la toga judicial se le añade un sesgo partidario, máxime si pretende socavar el sistema legal que debería defender, la catástrofe está servida. El sueño de la justicia engendra dictaduras”. Estamos aviados.