Viajar es fatal para los prejuicios, la intolerancia y la estrechez de miras nos recordó el escritor estadounidense (de Florida, para más señas...), Mark Twain. Llega esta reflexión a mi memoria a medida que se van conociendo los detalles de ese vuelo Nueva York Bilbao y viceversa que tanta expectación va levantando. Qué lejos quedaba de nuestros portales la Gran Manzana y cuánto se aproximan los rascacielos de Nueva York a este Bilbao que comenzaron a conocer cuando el Guggenheim brotó, como una planta del futuro, junto a la Ría. La apuesta de United Airlines es arriesgada y valiente porque comunica a dos pueblos con vocación de agrandarse que no tiene costumbre de saludarse. En los últimos años Bilbao, Bizkaia por extensión, se promocionó en Nueva York con Juego de Tronos la gastronomía y el arte del Guggenheim. Y a Nueva York no le hacían falta carteles específicos: son el gran neón del último siglo.
Al parecer hay inquietud por conocerse. O eso es lo que sospecha una compañía aérea pionera. Algunos llevan consigo la nostalgia de su tierra, mientras que otros están listos para descubrir la esencia de una ciudad que nunca duerme. En el aire, flotan las historias de quienes han soñado con este momento, de aquellos que han esperado que Bilbao, con su carácter único y su rica cultura, tuviera un lugar en el mapa de las grandes conexiones internacionales.
Tendremos que saberlo ya el día que despegue. Este vuelo no es solo un trayecto; es un puente que une dos mundos. Bilbao, con su mezcla de tradición y modernidad, se presenta ante Nueva York como un lugar donde la gastronomía, el arte y la calidez de su gente se entrelazan. Y Nueva York, con su bullicio y su energía inagotable, ofrece a los bilbainos la oportunidad de sumergirse en una cultura vibrante y diversa. Ya llega la ocasión. ¡Qué nervios para muchos!