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El sacacorchos

Jon Mujika

Centímetro a centímetro

La idea obedece, ¡albricias!, al sentido común que, como muchos de ustedes ya saben o por lo menos intuyen, es el menos común de los sentidos. Van a mirar las calles centímetro a centímetro, a calcular sus fortalezas y sus debilidades por tramos para cobrar, en función de lo visto, lo que corresponda. La pregunta del profano –quien esto escribe, sin ir más lejos...– eso ¿no lo hacían ya? Es verdad que la ley se remonta a mediados de los ochenta del pasado siglo y las calles han cambiado una barbaridad. La misma calle que sabe lo del sentido común intuye que las cosas de palacio van despacio.

Pero no lleva a ningún destino mirar hacia atrás. Lo interesante es que las ordenanzas fiscales centren su mirada en el futuro inmediato que, al fin y al cabo, es la tierra en la que van a sembrarse. Es por eso que la noticia es digna de aplauso. Sobre todo porque, a la vista está, vivimos rodeados de las calles de las disparidades y el asunto merecía, cómo decirlo, un paseo por las categorías fiscales.

Ustedes sabrán que las calles son un microcosmos de la sociedad, donde las diferencias se hacen evidentes y las desigualdades se vuelven palpables. En este escenario, la categoría fiscal se convierte en un símbolo de estatus, un marcador que divide a los vecinos en dos bandos: los privilegiados y los olvidados. Es la ley de la selva urbana y no está de más que el asunto se equilibre. Era un trabajo tan necesario como ingente y al parecer han dado con la tecla por mucho que ocurra lo de siempre: quien paga más protestará y los beneficiados en el descuento agradecerán esa revisión de los tributos.

Es cierto que los impuestos, en términos generales, se diseñan para ser progresivos, es decir, que quienes más tienen, más deben aportar. Pero lo que se observa en muchas ciudades es una progresividad que no está tan vinculada a la renta de los hogares, sino al valor catastral de las viviendas y eso también debiera tenerse en cuenta pero me temo que es un asunto que pertenece al país de las utopías. Centímetro a centímetro, les decía. Pero igual es un punto exagerada esa expresión. Podemos mirarlo con una extensión más grande, habida cuenta que entrar en la caja de caudales de cada cual es una okupación para muchos.