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El sacacorchos

Jon Mujika

Una madre en el lado oscuro

El lado oscuro de la madre se muestra en la literatura griega en ocasiones diversas. En aquella civilización la mujer alcanzaba su mayor reconocimiento al llegar a la maternidad. Y en este contexto en el que la maternidad supone la finalidad deseable de la existencia femenina, la concurrencia de otras madres, cuyo exponente más radical es la madre que mata, supone un elemento altamente desestabilizador. Acompañada por las Lemnias y las Danaides asesinas de esposos, la madre asesina de un hijo alimenta los fantasmas de terror de los hombres griegos ante la raza de mujeres.

Visto ahora el caso de Barakaldo vino a mi memoria aquella historia griega. Algo más cercano a la realidad, uno sabe que hoy la madre puede convertirse en azote de sus hijos de muchas formas. La anulación del hijo puede llevarse a cabo mediante el rechazo y la manipulación, cuando no por medio del asesinato. Precisamente existe la teoría de que esta manipulación sería

una sutil venganza psicológica de la madre por la situación de arrinconamiento a la que está socialmente sometida. El hijo sufriría en los primeros años de su vida, sometidos a

la supervisión materna, esta manipulación. Desde luego esta actitud va en contra de las virtudes y atribuciones propias de la madre (recordemos que son hechas fundamentalmente por el varón, el mismo que santifica a la madre y denigra a la mujer), y que se resumirían en el sacrificio absoluto de esta por su progenie.

¿Fue ese encadenamiento el que motivó el horror de los horrores en el corazón de la madre de Zuazo? No lo sé. No sé si lo sabremos alguna vez. Es tan sagrada la figura de la madre que en cuando esta mujer adormeció a sus hijos mellizos y les pasó un cuchillo por el cuello nos vino una única idea a la cabeza: enloqueció.

Ayer comenzaba un juicio que había levantado expectación y, por desgracia, un algo grado de morbo. ¿Qué tragedias esconderá está mujer?, se preguntaban quienes aguardaban prestos a seguir el cauce de los tribunales. “Perdón, lo hice yo y estoy muy arrepentida”, dijo, de saque y volea. Se acabó el juicio y se esfumó el morbo. Ahora será el juez quien decida cuál es el castigo que depara la ley para una mujer así. Como no nos entra en la cabeza semejante frialdad en el corazón de una madre que vive en ese lado oscuro del que hablaban los griegos solo vemos una respuesta. Está loca.