Es probable que lo sepan si son amantes del rock. Stairway to Heaven (Escalera al cielo en cristiano...) es una canción del grupo de hard rock británico Led Zeppelin, compuesta por el guitarrista Jimmy Page y el cantante Robert Plant. Está considerada por muchos como uno de los puntos culminantes de la historia del rock. De la misma manera que es probable que jamás hayan oído hablar de Donnerkogel. En Instagram sí. De hecho, introducir ese hashtag en la red social es toparse con cientos de fotos asombrosas de personas subiendo por una atracción apodada la escalera hacia el cielo, rodeados por un extraordinario paisaje. Con sus 40 metros de largo, esta impresionante y particular vía ferrata en Austria atraviesa un barranco gigante suspendida a 700 metros de altura en las montañas de Donnerkogel cuya traducción ya pone los pelos de punta: la gran montaña del trueno.

Bilbao, imagino que la lo sabrán, también tiene su particular escalera hacia el cielo. Les hablo del funicular de Artxanda, el funi para los amigos, que tanto arraigo tuvo y tiene en la ciudad. Fue construido por la empresa suiza Von Roll a iniciativa del donostiarra Evaristo San Martín. Y cuentan las crónica que su primer viaje lo hizo el 7 de octubre de 1915, operado por una empresa privada. Al quebrar esta, el municipio se hizo cargo de él en 1939. Fue totalmente reformado en 1983 y ahora lleva camino a someterse a un nuevo lifting, decisión que prueba cómo Bilbao aprecia este medio de transporte singular y cómo esa ascensión hacia los cielos de Bilbao era toda una aventura para los niños de la época y para los adultos de toda la época. Hubo un tiempo, el que a mí me corresponde por edad, en el que uno acometía esa subida para colocarse por encima de la célebre txapela de humos del Botxo, cuando esa contaminación era el peaje a pagar por el desarrollo industrial. Uno tenía la sensación de fugarse de esa jaula de grises y humos. Llegabas arriba, al aire libre, y entrabas en contacto con la naturaleza. Desde las cabinas a uno le gustaba mirar hacia abajo, como si se alejase del infierno.

Durante unos años se miró al viejo Funi como una ruina prehistórica de la industrialización pero poco a poco se ha ido recuperando la costumbre de ascensión a Artxanda, pese a que ya escaseen los txakolís de Artxanda. ¿Acabaremos recuperándolos? ¡Quién sabe!