ON las dudas propias de la falta de costumbre, esta semana se ha materializado un acuerdo entre los partidos del Gobierno vasco -PNV y PSE- y la segunda fuerza de la oposición en el Parlamento de Gasteiz -Elkarrekin Podemos- que conlleva un consenso de vanguardia en una materia como la Ley Antipandemia, una iniciativa destinada a responder a una realidad sobrevenida y no regulada hasta la fecha. En sí mismo, ese consenso transversal puntual es un síntoma de madurez de todas las partes que han sabido asumir renuncias de posiciones propias en favor de un común denominador que redunde en el bienestar ciudadano. Pero, además, en tanto la experiencia es un precedente de éxito para todas las partes, es una palanca que puede dar lugar a un modelo de cooperación más estable. No se trata de que la oposición deje de ejercer su función de control sobre el Ejecutivo, sino de que, como ayer mismo explicaba Miren Gorrotxategi, sea capaz de anticiparse a esta, de influir y asumir una corresponsabilidad en las líneas de acción de la gobernanza. No es preciso inflar la expectativa de una repetición sistemática de este consenso de modo generalizado -Elkarrekin Podemos no tiene en estos momentos la voluntad ni la expectativa de suscribir un pacto de legislatura- pero sí tiene un valor claro el hecho de que, en un momento como el actual, en el que el reto de la recuperación socioeconómica del país demanda de los actores políticos voluntad de consenso, aportar estabilidad y seguridad jurídica, las tres fuerzas políticas implicadas estén dispuestas a mantener una vía de comunicación más o menos estable en otros procesos legislativos en ciernes -educación, salud, etc.-. El momento reclama de los representantes políticos la voluntad de ser proactivos. Renunciar a la comodidad de ejercer la oposición desde un rincón, atribuyéndole al "rodillo" de la mayoría absoluta ajena lo que a todas luces es una falta de voluntad propia para asumir riesgos y abandonar el discurso de la mera ideología por el ejercicio práctico de la política. Un pragmatismo que, como ha quedado acreditado, abre las puertas al consenso útil. Las actitudes encastilladas, los discursos retóricos que priorizan el desencuentro, también están entre las causas de esa desafección de la política que los ciudadanos reiteran en cada encuesta de opinión. PP y EH Bildu deberían tomar nota.