URANTE demasiados años hemos padecido la manipulación de los sentimientos de vergüenza, empatía y solidaridad hacia las víctimas del terrorismo para construir a su sombra un relato en el que el sufrimiento, el derecho a la reparación y a la justicia eran apropiados por intereses partidistas. El intento de capitalizar el discurso de las víctimas, su utilización como vanguardia de proyectos políticos, han sido exorcizados con dificultad y han entorpecido el necesario tránsito hacia la despolitización del dolor para permitir que una voz prácticamente unánime de la sociedad vasca proclame que la violencia ha sido injusta y sus víctimas representan una deuda colectiva. Pero persiste el deseo de seguir explotando como caudal político el que debería ser activo de conciliación. Ayer, 11-M, era el día perfecto para haber realizado con las víctimas de aquellos brutales atentados yihadistas un ejercicio de descargo por lo padecido, por la manipulación de la verdad durante los días y meses posteriores a aquella fecha nefasta. De situarlas, en definitiva, en el primer nivel del reconocimiento, el único que debería existir para que el dolor no sea graduable en función del interés político que lo agite. Han pasado 17 años y, sin embargo, se escuchó ayer el mismo interés manipulador por que la fecha y lo que significa en la memoria colectiva sea utilizado por intereses mezquinos. Fue en boca de Pablo Casado, de Inés Arrimadas, de Santiago Abascal y de Arnaldo Otegi, unidos en la utilización del símbolo para instrumentalizar los sentimientos ajenos en beneficio propio. El presidente del PP convirtió un acto de la AVT presuntamente concebido en memoria del 11-M en un ataque a Pedro Sánchez por cumplir la legalidad con el acercamiento de presos de ETA; la de Ciudadanos, por acusarle en el mismo acto de "blanqueamiento" de EH Bildu; el de Vox, tratando de hacer del día un motivo para rescatar las sospechas que la verdad ya descartó sobre los responsables del atentado del extremismo islamista. Y el coordinador de EH Bildu, con la misma pretensión de instrumentalizar la fecha que Abascal e idéntica literatura que Inés Arrimadas cuando pretendió acusar al PNV de "blanquear al PP del 11-M" por el hecho de ser partícipes del intento de acuerdo con PSOE, Unidas Podemos y el propio PP para renovar el CGPJ. La paternidad de la manipulación tiene muchos más candidatos que la verdad.