EINTICINCO años después de la inauguración del metro, que se cumplen esta mañana, la transformación del actual Bilbao y de gran parte de Bizkaia no se entendería sin el éxito y la conversión en eje vertebrador del transporte público del suburbano. Lo sigue siendo en pleno esfuerzo frente a un covid-19 que afecta directamente a las costumbres diarias de sus usuarios. Tras rozar los 97 millones de viajeros en sus tres líneas (la 1 y la 2 de Metro Bilbao y la 3 de Euskotren) durante 2019, casi tres de cada cuatro pasajeros habituales del metro lo está utilizando hoy en su día a día pese a las restricciones y dificultades inherentes a la pandemia que prácticamente vaciaron vagones y estaciones durante el confinamiento de primavera. Quizás porque la imagen misma del metro contribuye a mantener, por encima del reto para la salud pública que supone el coronavirus, la sensación de higiene, de asepsia, y de seguridad que junto a la comodidad han convertido a un modo de transporte en un motivo de orgullo para la mayoría de los ciudadanos, también ahora, en tiempos de dificultades. Ya lo definió así hace una década quien fuera gerente de Metro Bilbao, Rafael Sarria, al considerarlo, junto al Museo Guggenheim, una de las dos grandes contribuciones a la "recuperación de la autoestima" de la sociedad de Bizkaia. Es cierto, veinticinco años después, con medio centenar de kilómetros y medio centenar de estaciones, cuando ya había logrado sacar de las calles a más de doscientos mil vehículos diarios, el desafío de seguir creciendo no es sencillo. Los efectos de la pandemia son evidentes en lo económico pero también en las costumbres y, pese al esfuerzo de las instituciones, no debería extrañar que afectaran a los plazos del proyectado desarrollo de las nuevas líneas 4 y 5 que ya han dibujado el futuro del suburbano. Ese desafío de reducir aún más el porcentaje (35%) de utilización del vehículo privado, sin embargo, no es un horizonte desconocido. Estaba ya ahí hace un cuarto de siglo, cuando las necesidades de los vizcainos estaban aún muy lejos de obligar a ocho de cada diez a realizar al menos un desplazamiento por día laborable. E incluso antes, cuando en junio de 1977, se acaban de cumplir 43 años, el Consorcio de Transportes aprobaba el proyecto de conexión ferroviaria que pretendía vertebrar lo que entonces se conocía como 'Gran Bilbao'.