O se trata únicamente de las crudas diferencias expresadas públicamente por portavoces del PSOE y de Unidas Podemos respecto a la actitud del gobierno que ambos partidos vienen sosteniendo en coalición sobre la salida del Estado de Juan Carlos I. Pero también. Basta recordar que Pedro Sánchez ya había tenido que sustituir a quien ha sido su interlocutora con la Casa del Rey, la vicepresidenta Carmen Calvo, por Adriana Lastra para que no volviera a fracasar, como meses antes, la negociación con Pablo Iglesias de cara a la conformación del ejecutivo. El manifiesto enfado de Podemos, ignorado y no informado de las conversaciones entre La Moncloa y La Zarzuela, que explicitó su número dos, actual ministra y exportavoz del grupo parlamentario en el Congreso, Irene Montero, no es un simple arrebato republicano sino la constatación de que las discrepancias con actuaciones de la parte socialista del Gobierno Sánchez se amontonan, también una advertencia respecto a lo que consideran -y no son los únicos- una evidente deriva de Sánchez y el PSOE a posiciones muy distantes de aquellas que le permitieron la investidura mediante los acuerdos que selló con Unidas Podemos y los nacionalistas. Las conversaciones entre PSOE y Ciudadanos para tratar de recoger su apoyo a los presupuestos con el anzuelo de las situación de necesidad de los de Arrimadas y el cebo de las urgencias que impone la pandemia despertaron ya más que recelos, avivados por discrepancias con la negociación de PSOE y PP para la renovación de los órganos de la Justicia y el retraso de medidas pactadas en el acuerdo de gobierno PSOE-Podemos; notoriamente, el punto 1 sobre empleo, con la derogación de la reforma laboral (1.3), también aspectos del punto 2 sobre Sanidad, pensiones y Seguridad Social. Las matizaciones que ahora se realizan a otras iniciativas que Podemos considera fundamentales, como la reforma fiscal; y la paralización de alguna impulsada desde sus ministerios, la más clara la ley de teletrabajo de Yolanda Díaz, no hacen sino sumar desconfianzas a las que Sánchez ya se ha hecho acreedor con su actitud respecto a compromisos adquiridos, evidentes en el caso de los alcanzados con el PNV. Entre rumores de remodelación del gabinete en septiembre, quizá no se pueda afirmar que el gobierno de coalición PSOE-Podemos esté en crisis, pero sí que al menos se encuentra en los momentos previos.