ERCA ya de que tanto la Comunidad Autónoma Vasca como la Comunidad Foral de Nafarroa entren en el escenario de la nueva normalidad tras tres meses en situación de estado de alarma, y siempre en función de la evolución de la pandemia, es momento ya de abordar la concreción lo más detallada y realista posible de las bases que deben cimentar y levantar la reconstrucción social y económica del país. Algunas de las medidas avanzadas ayer por Pedro Sánchez en la decimocuarta y última videoconferencia de presidentes, como la próxima reapertura de fronteras con los estados de la Unión Europea -a excepción de Portugal- a partir del domingo 21 de junio y desde el 1 de julio con países ajenos al espacio Schengen y el plan de apoyo al sector de la automoción -ambas medidas largamente reivindicadas por Urkullu y Chivite en las últimas semanas-, van en esa línea de fomentar la movilidad y la actividad industrial y comercial, básicas para la necesaria reactivación económica. Pero es necesario ir más allá, con planes, proyectos, recursos y medidas concretas y bien definidas a corto, medio y largo plazo que garanticen que esa reconstrucción tiene bases sólidas más allá de buenas intenciones o bocetos que no vayan a materializarse y que llegan al cuerpo social y económico con políticas reales y sin dejar a nadie atrás. De ahí que el lehendakari insistiera ayer ante Sánchez en la necesidad de clarificar el marco financiero y también en materia de recursos y capacidad de endeudamiento. Las necesidades ante la gravedad de la situación económica generada por la pandemia -el Gobierno vasco prevé una caída de hasta el 8,7% del Producto Interior Bruto y la pérdida de casi 70.000 empleos en Euskadi- obligan a establecer prioridades y escenarios de certidumbre sobre los que puedan operar nuestras empresas, sin olvidar las políticas sociales paliativas. Por ello, es absolutamente necesaria la incentivación de políticas dirigidas a la reactivación de la industria, de la inversión productiva, de la ciencia y la investigación, de la internacionalización. Sin estas bases, la reconstrucción, y con ella la vuelta a la normalidad, la generación de recursos y del empleo, puede resultar fallida, algo que la sociedad no se puede permitir tras los duros momentos vividos a causa de la pandemia y que perdurarán aún durante bastante tiempo.