EL Consell Nacional de ERC respaldó ayer de forma abrumadora el pacto con el PSOE y la abstención de sus diputados, con lo que la investidura de Pedro Sánchez está finalmente asegurada, salvo algún imprevisto nunca descartable, dada la precariedad de los apoyos con los que cuenta. Cualquier tipo de acuerdo transversal o entre diferentes, máxime si es del calado del alcanzado entre socialistas y republicanos, supone dejar pelos en la gatera por ambas partes. Es ya recurrente la acertada afirmación del líder del Sinn Féin, Gerry Adams, en el sentido de que lo más difícil en una negociación es convencer a los del bando propio o, dicho de otro modo, que la negociación más difícil es con los que piensan parecido. Desde que se han ido conociendo detalles del acuerdo PSOE-ERC, los recelos, presiones y voces contrarias han sido habituales tanto dentro del propio PSOE como en el seno del independentismo catalán. Tanto, que la tensión se ha trasladado de forma evidente al Govern conformado por JxCat y ERC y ha ido elevando su tono, amenazando con una crisis entre ambos socios. De ahí que horas antes del pronunciamiento del Consell Nacional republicano, el president de la Generalitat, Quim Torra, y el vicepresident, Pere Aragonés, como máximos representantes de las dos formaciones del Ejecutivo catalán, mantuvieran una reunión con el objetivo, en principio, de limar asperezas e intercambiar información y opiniones respecto al acuerdo y a la estrategia a seguir. El comunicado emitido por Torra tras el encuentro da a entender, sin embargo, que las discrepancias y las diferencias de óptica no solo se mantienen sino que tienen visos de cronificarse, al dejar claro que el pacto de su socio con los socialistas "no tiene el visto bueno del Govern ni lo asume como tal". Algo que era obvio, pero que al subrayarlo de manera tan contundente parece indicar una situación de prerruptura, con el agravante de que uno de los puntos fundamentales del pacto establece la creación de una mesa de diálogo entre los gobiernos español y catalán y la consulta sobre sus resultados. Todo parece indicar que Catalunya se apresta a un adelanto electoral y que nos encontramos ante los primeros movimientos de precampaña. Un mayor deterioro en las relaciones entre JxCat y ERC puede afectar seriamente al Govern y a sus ciudadanos, por lo que urge la resolución rápida de esta crisis.