TRAS su reciente viaje al Vaticano, donde recibió el aval del Papa Francisco al plan Share para la acogida de migrantes en Europa, el lehendakari, Iñigo Urkullu, abundó ayer durante la celebración del Día de la Diáspora vasca en la necesidad de que la UE articule una política común para responder mediante la solidaridad, la humanidad y la legalidad al reto que suponen las miles de personas que huyen del hambre y los conflictos en sus países y buscan refugio en el viejo continente. El hecho de que el lehendakari escogiera para socializar su planteamiento un encuentro con emigrantes vascos a diversos países del mundo y en el que tomaron parte más de medio centenar de euskal etxeak no es de ningún modo baladí. Tal y como apuntó Urkullu, Euskadi ha sido durante muchas décadas un pueblo que ha emigrado por diferentes razones y cuyos miembros han sido acogidos en diversos países, donde han echado raíces, sin olvidar nunca las suyas. Es en este contexto en el que cobran especial relevancia las palabras del lehendakari al apelar a esta realidad histórica: “¿Qué habría sido de nuestra diáspora si hubiéramos sido rechazados en los países de destino?”, se preguntó. Porque eso es exactamente lo que está ocurriendo en el Mediterráneo debido a una dejación absoluta de la obligación moral y legal de rescatar migrantes en el mar pese al riesgo cierto de muerte e incluso con la prohibición de desembarco de estas personas, contraviniendo las leyes y normas de la UE y de la Convención de Ginebra ratificada por los estados miembro. Es por ello que Urkullu insistió ayer ante quienes una vez estuvieron en la crítica situación de verse necesitados de ayuda, acogida y refugio -y la inmensa mayoría de vascos se ve reflejada en ellos- en que Euskadi no puede mirar para otro lado como sociedad y debe abrir los brazos a las personas migrantes. “Fuimos acogidos, debemos acoger”, fue el claro mensaje del lehendakari, en sintonía con la asunción de responsabilidad que, como administración, le corresponde a Euskadi. El proyecto Share del Gobierno vasco ha recibido importantes apoyos a nivel internacional que deben incrementarse porque supone una solución digna, viable y sostenible al actual drama de los migrantes. Pero también la sociedad vasca en su conjunto debe sentirse parte de esa nueva diáspora e implicarse en el acogimiento, protección, promoción e inclusión de los refugiados.