LA consecución de un acuerdo programático para la formación de gobierno en la Comunidad Foral de Navarra entre PSN, Geroa Bai, Podemos e Izquierda-Ezkerra, que culminará tras los Sanfermines con la estructuración del Ejecutivo que presidirá la socialista María Chivite, es un ejercicio de congruencia política de todos los que en campaña abogaron por impedir el regreso de la derecha al gobierno navarro. Se trata también de un ejemplo, especialmente a tener en cuenta en lo que se refiere a la conformación de un gobierno en el Estado, tanto por las formas, debido a la priorización de lo programático frente al reparto de la estructura en la negociación, como por su fondo y significado en cuanto a que debe dotar de continuidad a las políticas y compromisos adquiridos por el gobierno precedente, lo que en el caso de Nafarroa ha supuesto, bajo el liderazgo de Uxue Barkos, un vuelco a la política durante cuatro años. Que dicho entendimiento haya tenido que esperar refleja en cualquier caso las enormes dificultades y presiones que el PSN ha venido recibiendo para que se desdijera del compromiso con su electorado de no facilitar, como en 2007, otro gobierno de la derecha, esta vez la suma de UPN, PP y C’s bajo la denominación Navarra+. La pretensión de orillar a EH Bildu, cuya abstención es necesaria tanto para que salga adelante la investidura como para el ejercicio posterior del gobierno que ahora se adelanta, nacía de esas presiones originadas por el discurso de la propia derecha, que con la conformación del gobierno apoyado por PSN, Geroa Bai, Podemos e Izquierda-Ezkerra se enfrentará al problema que ella misma ha creado por cuanto deberá plegarse una y otra vez a la mayoría de ese ejecutivo o en su defecto y para derrotarlo coincidir en la oposición al mismo con los representantes de la izquierda independentista que ha venido demonizando. Esta, por su parte, se verá obligada a optar entre una política de bloqueo como la que tantas veces ha ensayado junto al PP en el Parlamento Vasco, que difícilmente comprendería su electorado en Nafarroa, o vehiculizar su discurso y esfuerzos hacia la colaboración con un gobierno de corte progresista y respetuoso con la realidad sociológica y cultural, también en lo que a las relaciones de la Comunidad Foral con el resto de herrialdes de Euskadi se refiere.