LAS elecciones generales que se celebran hoy son trascendentales y vitales para Euskadi. Es obvio que todas las citas con las urnas son importantes porque modelan y determinan el modelo de país y las políticas a desarrollar en los próximos años, por lo que tienen consecuencias directas sobre la vida de la ciudadanía, pero hay momentos y contextos históricos en los que los resultados de unos comicios pueden condicionar, quizá de manera irreversible, el futuro del país. Sin temor a caer en la exageración, puede decirse que las elecciones de hoy tienen ese carácter. Euskadi, el modelo de país que nos hemos dado los vascos desde hace cuarenta años gracias a un doble pacto -primero interno y después con el Estado español-, reflejado en el Estatuto de Gernika y refrendado de manera rotunda por la ciudadanía de manera libre y democrática, está en riesgo. No es un mero eslogan electoral. A lo largo de esta campaña se han podido corroborar de manera fehaciente los temores de que hay partidos políticos que tienen como objetivo, como mínimo, recortar el autogobierno o directamente liquidarlo, como se puede comprobar tanto en sus programas y proclamas como en los discursos y declaraciones de sus líderes y candidatos. De una u otra manera, las tres derechas representadas por el PP, Ciudadanos y Vox han amenazado no solo con terminar con las transferencias que aún quedan pendientes tras cuarenta años de incumplimiento flagrante de la ley, sino con proceder, en aras a la “unidad de España”, a una recentralización mediante la asunción de manera unilateral de competencias por parte del Estado en materias clave que, en definitiva, significarían el fin del autogobierno. De ahí que la amenaza sea real. Todo indica que en estas elecciones no habrá mayorías absolutas, por lo que serán imprescindibles los pactos. En el último día de campaña, el candidato popular, Pablo Casado, fue muy explícito al ofrecer a la ultraderecha -partidaria de finiquitar el autogobierno- su integración en un futuro ejecutivo. Tampoco Pedro Sánchez ha descartado una alianza con Ciudadanos, uno de los partidos más beligerantes contra puntos vitales como el Concierto y el Cupo. De ahí la importancia de que la voz de Euskadi y la defensa del autogobierno estén presentes y con fortaleza en Madrid. Los vascos y las vascas nos jugamos mucho en ello.