una encerrona. Eso fue la entrevista del pasado jueves de Risto Mejide a Vicent Sanchis, director de la cadena pública catalana. Para la clase política española, que tan pocas lecciones de objetividad y pluralidad puede darnos en la gestión de sus respectivas cadenas institucionales, TV3 es la principal responsable, junto con la educación reglada en escuelas y universidades, de la rebelión independentista: “Han adoctrinado a Catalunya”, claman como párrocos. Es decir, los catalanes son gilipollas. ¡Cuánto de lo que dicen ahora los líderes del PP, Ciudadanos y Vox, -y también Pedro Sánchez- contra TV3 lo escuchamos durante años sobre ETB! Por entonces, los profesionales de la radiotelevisión vasca tenían cuernos y rabo y apestaban a azufre. Y sentenció Antonio Basagoiti, dirigente pepero de infausto recuerdo, antes de marchar de Bilbao a México: “ETB da bola a ETA”. Se quedó tan pancho y abandonó la Villa.

Cumpliendo su guion de bufón de la Corte, Risto acusó a Sanchis de ser autor de “un adoctrinamiento político vergonzoso” y de informar a favor de la mitad de Catalunya. No hacía preguntas: promulgaba dogmas. Toda la entrevista fue demonizadora y sesgada. Mejide, que es catalán, no quiso ser menos que Cayetana o Arrimadas en su asimilación a Abascal. Digno y profesional, pero algo ingenuo por prestarse al juego, Sanchis salió airoso de la encerrona y dejó al presentador de Todo es mentira como lo que es, el Joker de la tele, de máscara oscura y carcajada heladora.

Este lunes, 11 del 11, cuando se recuentan votos y hay risas o lágrimas según en qué partidos, puede ser el comienzo del cierre o censura de TV3, a lo Maduro y Erdo?gan, ante la indiferencia cómplice de los colegios de periodistas. Y un dato: la productora del espacio de Risto en Cuatro es la misma de Sálvame. Idéntica basura de la marca Berlusconi.