LA tele trata el sexo con parecidas ansiedades a como se vive en pareja. La cuestión es que, siendo imagen y sonido, se ha limitado al sexo oral, a hablar de sexo. Fue Ibáñez Serrador, pionero en tantas cosas, quien produjo para TVE, en los 90, Hablemos de sexo, espacio presentado por Elena Ochoa antes de convertirse en la señora de Foster, mítico arquitecto en Bilbao. Una década después llegó Lorena Berdún con ¿Me lo dices o me lo cuentas?, que también vimos en ETB. El problema es que la pedagogía sexual es inservible en el plano teórico y que, además de abrir los genitales, hay que deshollinar la mente y engrandecer el corazón. Lo absurdo es que en esa misma época Canal+ y las cadenas locales surtían porno a mansalva. Fue devastador y así era imposible una oportunidad liberadora para el sexo. Este verano el canal público británico Channel 4 (alternativo de la BBC) lanzó Madres haciendo porno, un documental emitido por Movistar+ en tres partes, donde cinco mujeres que rondan los 50 y suman quince hijos adolescentes se comprometen a hacer una película erótica diferente. Para Jane, Sarah, Emma, Anita y Sarah Louise el impacto es brutal. Asistir al rodaje de porno en vivo hace vomitar a una de ellas; pero juntas siguen adelante hasta ofrecer a sus chicos y chicas una visión real y sugestiva del sexo, donde la mujer no sea un objeto del placer masculino. Una formidable aventura. En esto llega Cuatro y el viernes pasado nos sirve Mónica y el sexo, de la mano de la cantante catalana Mónica Naranjo y que debería haberse titulado “sexo después del divorcio”. Se redujo a una hora de charla banal y risitas tontas ante una gran audiencia. Abordó muy de pasada la tragedia de miles de mujeres que no alcanzan la dulce fiesta del orgasmo y obvió la auténtica historia: que cuanto más amor mejor sexo, inseparables.