UNQUE Marcelino dirigió el primer entrenamiento de la temporada con el número exacto de jugadores que considera ideal, la imagen que pudo tomarse ayer tarde del Athletic ejercitándose en Lezama era absolutamente circunstancial. Se trataba de un espejismo, puesto que no era el resultado feliz de las gestiones propias de esta época del año destinada a que los clubes afinen en el diseño de la plantilla. Los deberes en los despachos siguen pendientes sin que ello parezca importunar a los responsables, que coinciden en remitirse a la inactividad general que acusa el mercado. "Todo está muy parado" dijo Marcelino, abundando en la justificación ofrecida por Rafa Alkorta. A ver si dentro de un mes por ejemplo, cuando la competición esté a punto de comenzar, el técnico mantiene el tono pausado y se muestra igual de comprensivo en el supuesto de que problema persista. Desde luego, bien haría en informarse de que la opción de apartar a jugadores de la dinámica grupal, que aseguró que no le gustaría e intentaría evitar, no es viable desde la perspectiva legal habiendo como hay contratos en vigor. Existen precedentes al respecto y no hay que salir fuera a buscarlos.

Todo apunta a que el tema de los descartes consensuados por la dirección deportiva y el cuerpo técnico a la conclusión de la pasada campaña, traerá cola. Volviendo a la foto de ayer, no deja de ser llamativo que se contabilizasen diez ausencias de golpe. Dio mucho que hablar un parte médico tan abultado justo el día de la presentación, del que solo hay que excluir a Unai Simón. El resto de las bajas tienen el denominador común de la limitación física, si bien lo de Vesga, positivo por covid, no cabe ser incluido en el mismo saco.

Por simplificar el repaso, cuatro de los afectados, Zarraga, Nolaskoain, Córdoba y Kodro, se hallan inmersos en sendos períodos de rehabilitación tras su paso por el quirófano y un quinto, Capa, está muy próximo a superar la rotura sufrida a finales de abril en una de sus rodillas. De la información facilitada por el club se deduce que los problemas de Yeray y Williams son de carácter leve y que pronto se incorporarán a la dinámica ordinaria.

Queda por analizar el caso de Yuri Berchiche, sin duda el de peor pinta y que merece un aparte. "Se le realizarán nuevas consultas debido a que no han remitido totalmente sus molestias de pubis", rezaba el comunicado oficial. Hace ahora once meses, el club a través del jefe del servicio médico, Josean Lekue, explicaba el estado de Yuri: "Arrastra una pubalgia que ya tuvo en la última fase de la temporada pasada". Añadía que se había dispuesto un plan individualizado para procurar que el defensa estuviese disponible de cara a la temporada 2020-21.

Es decir, que el pubis le viene dando la lata a Yuri desde al menos la primavera de 2020 y amenaza con complicarle el futuro, probablemente de un modo más grave aún. La propia persistencia de la lesión o la acumulación de sus sucesivas manifestaciones amenazan seriamente su disponibilidad y su rendimiento. Comentar que Yuri disputó durante el último curso nueve partidos menos que en el anterior, dato que se tradujo en una reducción de más de mil minutos en su participación. Por el camino fue víctima de diversos contratiempos musculares y por el momento resulta imposible establecer con fiabilidad la fecha en que disfrutará de plenitud física.

Detectado el primer inconveniente serio para un Marcelino que anuncia un mes largo muy exigente para sus chicos, salió a la palestra Europa. Objetivo que según desvela la última clasificación y subrayó Marcelino, requeriría que el Athletic sumase en la próxima liga cuatro victorias más. El cálculo sería correcto siempre que esos cuatro triunfos sustituyesen a otras tantas derrotas y los rivales directos no mejorasen sus registros, claro.