A vuelto a salir un dato (está por confirmar si es el dato o solo un dato más, pues no es el primero aportado desde el club) sobre las pérdidas que está acumulando el Athletic. La revelación tuvo lugar en el transcurso de un acto organizado bajo el epígrafe Derecho de la competencia y los nuevos retos en el fútbol profesional ante la pandemia. Imposible hallar mejor encaje para un anuncio que certifica una tendencia negativa prevista en el capítulo de ingresos, cuantificada en "unos treinta millones de euros" por Jon Berasategi, gerente de la entidad.

Los números no cuadran con San Mamés cerrado al público, una situación sin visos de cambio en el corto plazo. Delante de Aitor Elizegi y el amigo Javier Tebas, Berasategi aprovechó para defender la no devolución del 30% de la cuota del socio, medida unilateral y discutible que tiempo atrás adoptó Ibaigane, argumentando que ese sería el porcentaje empleado en conceptos que excluyen al primer equipo. Asimismo, advirtió que la no aceptación de la misma en la Asamblea Ordinaria, ocasionaría un perjuicio mayor, que elevarían las pérdidas.

De momento, el sentir del cuerpo social respecto a esta cuestión es una incógnita, dado que todavía ni siquiera hay fecha para la celebración de la reunión anual donde la gestión y las cuentas son escrutadas por los compromisarios. Estuvo fijada para el 15 de noviembre (el fin de semana sin fútbol posterior a la derrota en Valladolid), iba a ser presencial y en el estadio, pero a finales de octubre fue aplazada debido a las restricciones impuestas para combatir la expansión del virus.

La directiva continúa sin concretar el día y el formato de una reunión que se augura movidita. La espera está siendo tensa y no ya porque el personal esté particularmente sensibilizado con la irregular marcha del equipo. Se percibe además desconcierto y enojo ante la ausencia de información y el hecho de que los dirigentes permanezcan tan calladitos, desatendiendo así la comprensible demanda de datos por parte de unos socios que comprueban cómo otros clubes sí están haciendo los deberes en este sentido.

Lo cierto es que el Athletic, a través de las diferentes áreas que le vinculan al socio, está transmitiendo una manifiesta incapacidad para atemperar o compensar este clima pesimista propio de un período de crisis como el presente. Pero es muy llamativo que ni siquiera haya sabido responder en el apartado de la comunicación, del que tanto se ha vanagloriado la directiva de Aitor Elizegi, el primero que ha traicionado ese supuesto afán de transparencia con sus prolongados silencios, apenas aderezados con mensajitos de dudoso gusto en redes sociales.

A falta de resultados positivos en el terreno de juego y con una proyección preocupante en el ámbito financiero, articular y potenciar una conexión leal con la gente no deja de ser un interesante recurso para hacer gestión institucional. Claro que si hay que enterarse por un periódico de que el Athletic ha tenido que cerrar una de sus tiendas por la sencilla razón de que era un proyecto inviable a todas luces. (Inaugurar a mediados de mayo, con el virus descontrolado, un local comercial en una zona específicamente orientada al turista, no se le ocurre ni al que asó la manteca). Dicha apertura, enfocada como un impulso al comercio local y bendecida por las autoridades de la villa, se publicitó profusamente en la página web del club, donde es imposible hallar constancia alguna de la bajada de persiana. Episodios de esta índole solo logran alimentar el recelo del socio.