ONERSE en situación después de lo que dio de sí el estreno liguero del Athletic resulta sencillo. Para qué divagar una vez comprobado el malestar causado por el revés de Granada, una sensación frustrante que se vio agudizada por culpa de la curiosa lectura de la derrota realizada por el entrenador, la réplica de varios jugadores a las críticas recibidas o el desconcertante episodio reivindicativo protagonizado por Núñez. Era previsible que los días se hiciesen muy largos porque eran demasiados al haberse aplazado la segunda jornada, la que le debería haber enfrentado al Barcelona el pasado fin de semana, pero cabía confiar en que el inoportuno paréntesis hubiera sido algo más llevadero. Como no lo ha sido, lo que sucede es que el partido con el Eibar adquiere una trascendencia impropia del mes de septiembre. Pero no solo la cita de Ipurua se va mirar con lupa. En el mismo saco se han de incluir los cruces con el recién ascendido Cádiz, fijado para el jueves, y el Alavés, probablemente a celebrarse el domingo siguiente.

Cerrar la clasificación no es algo bonito, pero tampoco grave con un único partido disputado y cuando la mayoría de los rivales llevan dos. Ahora bien, no hay que engañarse: la preocupación y el mosqueo que se palpa en el entorno son reacciones provocadas esencialmente por la imagen del equipo, por lo que ha transmitido o dejado de transmitir. Que el casillero esté vacío de puntos sería secundario y además se explica como una consecuencia directa del rendimiento ofrecido. Puestos a hilar finísimo, se habrá de convenir en que el azar también le jugó una mala pasada al Athletic: mira que colocar el debut oficial en Los Cármenes, el campo donde dos meses antes puso un broche de hojalata a la campaña 2019-20.

Dejando a un lado la anécdota y la ironía, parece obvio que el último tropiezo en Granada ha recortado drásticamente el margen de confianza que a cualquiera se le otorga en un inicio de liga. A ver, sin desmerecer a nadie, Eibar, Cádiz y Alavés son enemigos asequibles, ideales para voltear un estado de cosas inquietante que conviene superar rápido. En teoría son rivales apetecibles, de los llamados a bregar de mitad de tabla hacia abajo, y claro, esto automáticamente les convierte en un serio peligro porque el aficionado entendería muy mal que el Athletic fuese incapaz de rentabilizar este tramo del calendario, que no lo aprovechase para sumar e ir despejando alguna de las incógnitas que le acucian.

En definitiva, llegan de golpe tres exámenes que a uno le recuerdan a aquellos que se colocaban por estas fechas a modo de última oportunidad para mejorar la nota y pasar de curso. Así enunciado acaso suene tremendista, sin embargo aun siendo cierto que el campeonato acaba de arrancar, que hay por delante un mundo y que el Athletic tiene potencial suficiente para reaccionar, competir y resolver, más vale que la inspiración haga acto de presencia sin falta y con puntualidad en Ipurua, donde acostumbra a rascar.