E podía pensar que el fútbol acusaría la Semana Santa desde la óptica informativa, pero no ha sido así en el entorno más próximo. La explicación quizás se encuentre en que esas fechas marcadas en rojo por su tradicional carácter festivo, este año no se han diferenciado del resto de los días. Sin vacaciones como tales, sin viajes o excursiones y descartada la sugerente opción de tirarse a la bartola -sano recurso ocioso que dejó de serlo por culpa del encierro-, ese breve oasis a medio camino entre navidades y verano ha pasado con pena y sin gloria, convertido en una prolongación de la monotonía decretada hace un mes. Ese quizás sea el motivo por el que han salido a la palestra manifestaciones e iniciativas que en condiciones normales no se hubiesen producido.

Lo cierto es que el larguísimo puente que concluyó este lunes ha sido pródigo en posicionamientos que han logrado agitar la opinión pública. Dejaremos a un lado por esta vez la habitual ración de cuchilladas que se asestan sin rubor quienes dirigen los destinos del fútbol hispano. La ensalada de siglas (LFP, RFEF, AFE€) se ha tomado muy a pecho la institucionalización de la gresca como hilo conductor en cualquier intervención y tampoco ha querido relajarse en la semana de pasión. No conoce el significado de la palabra tregua. De hecho, promete escenificar en las próximas horas el enésimo round de su avinagrada actividad. Siendo esto el pan nuestro de cada día, lo verdaderamente llamativo ha sido la irrupción de Aitor Elizegi, con su reflexión en torno a la final de Copa, y la iniciativa de reapertura de Zubieta liderada por Jokin Aperribay. Son asuntos que no conviven en el mismo plano.

"¿Ganar la final o perderla con público? Si la perdemos con público significará que estáis todos y habremos ganado esta batalla. Os echo de menos". Con este mensaje colgado en las redes se despachó el pasado viernes el presidente del Athletic. Provocó reacciones de toda clase y el verbo utilizado no es gratuito porque ese par de líneas se las traía, como evidenció la cascada de adhesiones y críticas. Hubo quien se quedó con el sentimiento solidario que pretendía subrayar y dio por buena la intención del dirigente. Los que le acusaron de demagogo y populista también dejaron clara su postura, al igual que aquellos que no entendieron cómo él solo se había metido en semejante berenjenal. Por último, para un sector de aficionados la ocurrencia de Elizegi no constituyó sorpresa alguna, sino una perla más a añadir al discurso ambiguo, cuando no farragoso, que le distingue desde que oficializó su candidatura. En fin. La conclusión a extraer apuntaría a que podía haberse ahorrado el comentario y santas pascuas.

El plan de los dirigentes de la Real Sociedad merece un análisis más profundo. La simple idea de establecer un precedente por su cuenta y riesgo en un contexto tan delicado, denota una inconsciencia impropia de gente que lidera un ente que representa a un amplio porcentaje de la sociedad guipuzcoana. Es de una osadía formidable realizar una interpretación particular de las normas y hacerla pública sin previa consulta a las autoridades. Dado que observaremos con rigor las pautas vigentes de higiene y distanciamiento social, el martes empezamos a entrenar en Zubieta, fue lo que vino a decir la nota emitida por el club el sábado anterior. Desde luego, Aperribay puede estar contento porque el corte en seco que recibió del Consejo Superior de Deportes rezuma, en el tono empleado, una amabilidad a la que no se hizo acreedor.

Sirva como contrapunto a este breve e ilustrativo muestrario de vanidades, el contenido de la entrevista concedida este viernes por José Luis Mendilibar al Comité Gallego de Entrenadores. Un compendio de naturalidad y sentido común para abordar cuestiones futbolísticas y cotidianas, no exento del escepticismo propio de alguien con capacidad para empatizar con el pueblo llano.