Otra final, otro partido, otra experiencia. De inicio no estaba para nada en el guion, un premio. El cartel de la Supercopa era tremendo: Atletico, Real Madrid, Barcelona y Athletic. Una vez más parecía que íbamos de teloneros y al final otra vez en el último de los partidos y luchando por otro título. Estar el domingo ante el Real Madrid fue ya un éxito, ganar hubiese sido impresionante. El equipo ha hecho un gran torneo y hay que quedarse con eso. No le pongo ni un pero a la tropa de Marcelino. A ver si ahora lo normal es ganar al Madrid a un partido, venga ya.

El Athletic ha jugado en un año cuatro finales y ha competido en tres de ellas. La única en la que no hubo ninguna opción fue ante el Barcelona el pasado abril. Yo creía que valorar esto podía resultar sencillo, pero por la pinta no lo debe ser. Con nuestra filosofía y con los que tienes enfrente y cómo entienden este negocio, esto es prácticamente un milagro. En una liga es posible ganar a estos rivales, pero a un choque la cosa es muy pero que muy complicada. Para que eso pase, tú debes estar brillante y ellos flojos. El argumentario de estos equipos es inmenso y las opciones se multiplican exponencialmente en base a la nómina de futbolistas en sus plantillas.

Podemos exigir ciertas cosas, pero ganar contra estos rivales se antoja complicado. No es un pensamiento perdedor, es una realidad. En campo neutral, sin tu público y ante equipos que están funcionado muy bien, la empresa es harto complicada. De imagen no se vive pero me quedo con esta a esperpentos previos como los del Calderón, Bucarest o la antológica idea Esta sí que fue para nota. La final de la temporada pasada frente a los culés viene detrás de la derrota ante la Real Sociedad, y aquí es difícil evaluar con qué ánimo y fuerza se llegó a la misma.

Me gusta este Athletic y tengo confianza plena en que quedan muchos días de ilusión y, por qué no, de triunfos y celebración. Para los veteranos puede suponer una cierta decepción pero para los jóvenes es una experiencia impagabale. Vivir estos momentos tan pronto está al alcance de muy pocos y dentro de unos años seguro que recuerdan lo que pasó en un estadio de Riyadh. Es tiempo de tener cero dudas y creer en un cuerpo técnico que sabe perfectamente lo que tiene entre manos. Estamos en plena transición, pero viendo semana a semana que el crecimiento propio de algunos jugadores y a nivel colectivo es constatable.

El jueves hay un partido de los de disfrutar como no lo hacemos hace tiempo, en casa y ante un grande. Los leones estarán respaldados por los suyos y el rival es un mar de dudas. No digo que es sencillo pero sí que es posible y que San Mamés puede ser determinante. Estoy convencido que lo pasado en la final no va a afectar en nada al rendimiento de un equipo que en las últimas jornadas ha demostrado avanzar en su fútbol pero, sobre todo, en su acierto. En dos días, otra final, pero en nuestra casa. Aupa Athletic.