EN Europa, el terrorismo yihadista ha sido sólo urbano y casi exclusivamente occidental. Es algo sorprendente si se tiene en cuenta que las poblaciones musulmanas del Viejo Continente habitan sólo los Balcanes Occidentales (Albania, Bulgaria, Bosnia-Herzegovina, Kosovo, Macedonia y Montenegro) y allá apenas hay brotes de fundamentalismo religioso y no se ha registrado hasta la fecha ningún atentado terrorista musulmán. Esto a pesar de que cerca del 30% de la población de esos países es oficialmente sunita.

El fenómeno adquiere en cambio coherencia socio-política si se tiene en cuenta que los Balcanes Occidentales estuvieron gobernados durante diez lustros por regímenes comunistas que fomentaban opresivamente al laicización de las sociedades que dirigían. De ahí que en las postrimerías del siglo XX y todo lo que llevamos del XXI estas sociedades tuvieran un islamismo sunita muy laxo. Solamente en las minorías mal integradas -como los toberchos en Macedonia o los pomakos en Bulgaria- se han registrado querencia terroristas similares a las registradas entre los jóvenes musulmanes de Europa Occidental.

Según sociólogos franceses y austriacos, el arraigo del terrorismo islámico en el oeste del Viejo Continente se debe principalmente a los siguientes factores: el fracaso personal y profesional de los hijos de inmigrantes en las sociedades de acogida; el predominio de imanes forasteros (mayormente turcos y árabes) en las comunidades musulmanas de Occidente; la facilidad de contagio ideológico en un denso medio urbano; y la tentación heroica. Esta última -explican los sociólogos- es el resultado del fracaso personal de inserción por un lado (ser un don nadie inmigrante) con el señuelo de ser un paladín de reivindicaciones proféticas: un "héroe de la causa".

De acuerdo con estos análisis, el hecho de que en la Europa rica los inmigrantes musulmanes no tengan núcleos sociales que eduquen y controlen a sus jóvenes también hace que estos -sobre todo los que no logran identificarse ni con sus familias ni con la sociedad de acogida- se vuelvan emocional y culturalmente sumamente frágiles. Y, por tanto, fáciles de captar por radicales a la dinamita y fundamentalistas. Todo esto podría explicar porqué durante la guerra civil siria y las luchas contra el Estado Islámico salieran de Francia dos veces más voluntarios para enrolarse en las tropas radicales islámicas que de Bosnia, país de abrumadora mayoría musulmana.